Furor y gritos
Hace 25 años años el estreno de esta obra fue un escándalo. Los bien pensantes se rasgaron las vestiduras y los buenos encontraron una defensa del humilde, una denuncia de los poderes fácticos. Algunos creyeron que, como proclama su autor, se trataba de un nuevo teatro ibérico, de chafarrinones, "orgulloso y vociferante". Pasó al cine, se ha representado muchas veces y el título queda como un hito de la lucha contra la moral farisaica.Ahora todo es un poco distinto, quizá no mucho en el fondo ibérico. La vociferación y el caos son de mal gusto para estos tiempos, en los que, como decía Manuel Vicent en este periódico, el silencio es un género literario. El público asistió impávido: un contraste entre la solemnidad del patio de butacas y el griterío de allá arriba; se soltaron más risas en escenas menores que horror y piedad por la muerte y media y por las violaciones múltiples que suceden a la vista de todos; y este es un mérito en Martín Recuerda y en el teatro antiguo, que aventaja a las alusiones o relatos con que se empobrece el teatro hoy. El barullo, el grito, las peleas, lo abrupto está deliberadamente deseado por el autor y expuesto por el director.
Las salvajes en Puente San Gil
José Martín Recuerda (1963). Director: Angel Cobo. Reposición: teatro Espronceda, 18 de febrero.