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38º FESTIVAL DE BERLÍN

Wajda y Konchalovski ofrecen dos visiones dispares de la vieja y la nueva Rusia

Dos películas sobre la Rusia profunda, muy distantes la una de la otra tanto en estilo como en materia dramatica, protagonizaron la jornada de ayer en la Berlinale. Una es la adaptación, escrita por el francés Jean-Claude Carrière y dirigida por el polaco Andrejz Wajda, de Los endemoniados, la obra tal vez más compleja del genio de Dostoieyski. La otra es La felicidad de Asja, segunda obra de Andrei Kondkdovski, realizada en 1967 y estrenada ahora, 21 años después, fuera de la Unión Soviética, donde, tras un corto permiso de exhibición, fue prohibida y secuestrada por la censura. La Rusia prerrevolucionaria y la posrevolucionaria tuvieron ayer aquí un inesperado punto de encuentro.

ENVIADO ESPECIAL Desde sus inicios, Wajda se mueve, siempre que acierta, empujado por su fascinación, casi obsesión, por esa fiebre cerebral que convierte a cada página escrita por Dostoievski en una herida abierta en la identidad de los rusos.Toda la obra de WaJda busca la luz en la oscuridad de los abismos dostoievskianos y era, por tanto, una cuestión de tiempo y de oportunidad que alguna vez afrontara el riesgo de llevar a la pantalla la obra más compleja y enigmática del novelista.

Jean-Claude Carriére, excelente guionista, no ha conseguido anudar esta vez todos los hilos del loco, entretejido argumental de Los endemoniados y optó por visualizar únicamente el núcleo de la novela: las actividades del grupo revolucionario ideado por Dostoievski. De ahí que los componentes de este grupo floten, sin raíces, y su trastienda anímica se quede fuera de las posibilidades expresivas de los actores y de los taladros ópticos de la cámara. Wajda no logra atravesar las fronteras de la locura, y se queda en las puertas del infierno creado por Dostoievski, sin llegar a penetrar en él.

La felicidad de Asja es un filme engrandecido por la adversidad, pero es en sí mismo menos de lo que significa. Su prohibición por la censura soviética y la fama mundial lograda por Konchalovski convirtieron a esta película en algo misterioso y con resonancias míticas. Ahora, una vez desvelado su misterio, el mito del filme queda encerrado en un espacio más angosto que el que tenía cuando era desconocida. Es una bella película. Tiene virtudes tan notables como que juegue con una veintena de personajes y todos estén perfectamente definidos. Lleva dentro algunas escenas magníficas. Pero sabe a poco, a apunte de un gran filme no enteramente hecho sobre la vida rural en la Rusia posrevolucionaria.

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