La película de Joyce

Una frase en el artículo de mister Burgess (EL PAÍS, 7 de febrero) sobre la adaptación cinematográfica de John Huston The dead, según el relato de Joyce, atrae no mi atención, sino más bien mi indignación. La frase llega al final, de sopetón, tras una agradecible apología del último filme del autor de Moby Dick, ¿Por qué decir de manera tan convencional, ya hoy, que "( ... ) las palabras expanden la imaginación, mientras que las imágenes la limitan"? Y más adelante: "La película de Huston no puede superar a Joyce".'Penosa relación competitiva entre literatos y cineastas. Errónea aproximación al más bello y estremecedor testamento de un modesto (y, por tanto, grande) cincasta norteamericano.El cine -y ello debería ser tarea de los que lo practican- no sólo puede expandir, sino que también sabe llevar la imagen hasta los límites más secretos en la evocación de nuestra propia naturaleza. ¿Limitan las imágenes de The river, de Jean Renoir? ¿Limitan las puertas que se cierran en los filmes de Lubistch o Dreyer? ¿Limitan las miradas de Wayne en Centauros del desierto? ¿Limitan (sin ir más lejos) los ojos de Ana en El espíritu de la colmena?

Concedamos de una vez por todas su derecho de cítidadanía al cine, hoy un pequeño apartado en este orwelliano mundo llamado audiovisual. Limita todo aquello que, no importa con qué técnica, no esté al borde de su propia pérdida, su última libertad. Limita todo artista, creador o artesano que trabaje en su propío beneficio y no en el del material que tiene entre manos. Y no es ése el caso de The dead y Huston, un anciano cineasta, generoso para con un texto bello "hasta sus límites". Límites que a mi juicio sobrepasan los 10 o 20 últimos planos (intensamente imaginados por Fred Murphy, director de fotografía); más allá de la írnaginación, más allá del texto, con el dominio del espacio y del tiempo. Categorías que tan sólo el cine puede poseer y limitar con una intensidad que ningún texto sabrá jamás (volver a) reproducir-