La frontera y el Sur
El club de música del San Juan Evangelista sigue convocando conciertos de interés en lo más diverso del espectro musical. Tres guitarras, las de Sean Levitt y los hermanos Rafael y Raimundo Amador, auspiciaban un encuentro, el de un impecable jazzman con la alegre explosión de quienes nacieron en un encuentro del blues y el rock con la tradición de Camarón.Sean Levitt empezó el concierto, a guitarra sola, y desde el principio, una parte del público empezó a conjurar la presencia de Pata Negra. Sean Levitt es uno de los jazzistas de ámbito internacional que lleva años afincado en Madrid. Ha tocado con Lou Bennet, con Slide Hampton, con Chet Baker.
Domina su instrumento, del que ejerce como profesor, y muchas noches da lo mejor de sí mismo. Su interpretación de Round Midnight en el San Juan se puede contar entre esos momentos. Parece ser que quien quiere oír a Pata Negra no está para la elegante sabiduría de un west coaster. Ellos, Pata Negra, sí parecen dispuestos a escuchar todo. Hace diez años que pelean en el mundo musical y han estado asociados a dos de los nombres que trajeron nueva música del Sur: Kiko Veneno y Martirio.
Sean Levitt
Pata Negra Colegio Mayor San Juan Evangelista. Madrid, 6 de febrero.
Una expresión
Blues de la frontera es el título de su último elepé y define bien el carácter fronterizo de su música en la que discurren el blues y el flamenco como una sola expresión. En Pata Negra no se trata tanto de ir de una cultura a otra, como de expresarse en un único lenguaje generado en el aprendizaje simultáneo de dos culturas: el blues y el rock y el flamenco. Su música responde a muchas noches de verano en las que la rumba y John Mayall pasaron la velada juntos. Dos guitarras y la voz de Rafael convocan a Jim Morrison en un homenaje a Camarón. Y en todo lo que hacen se imprime un sello de real originalidad aún no sometida.Todo fue bien en su concierto, en el que aparecieron como invitados un saxo tenor, Arturo Soriano y dos jóvenes cantaores y palmeros, y mientras el público coreaba y daba palmas más bien diversas, los hermanos se arrancaron hasta por el baile. Triunfaron con viejos éxitos, El pirata Pata Palo, de sus tiempos con Kiko, El rock del Cayetano, himno al manager de su elepé Guitarras callejeras, y con canciones de la frontera. Con ellos volvió Sean y parecían entenderse. Lástima que no interpretaran How High the Moon, el clásico del jazz que aparece en su último disco.
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