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Reportaje:

Camisas negras en la URSS

El líder del grupo nacionalista ruso Pamiat cree que una "campaña judeomasónica" invade el PCUS

Pilar Bonet

Dimitri Vasiliev, el dirigente de la organización nacionalista rusa Pamiat, se siente acosado por el poder soviético y cree que existe una "campaña judeomasónica" contra los "verdaderos patriotas rusos", que penetra en toda la estructura del Partido Comunista de la URSS. Alexandr Yakovlev, el miembro del Politburó y secretario del Comité Central responsable de ideología, propaganda, cultura y medios de comunicación, es, para Vasiliev, un "adversario".

En una entrevista con EL PAÍS, Vasiliev, un fotógrafo profesional de 42 años, a quien esta semana ha atacado con virulencia el órgano del Partido Comunista Pravda, se defiende de las acusaciones que los medios de comunicación soviéticos han intensificado últimamente contra esta asociación, posiblemente la más activa de cuantas han emergido al calor de la perestroika. Según Vasiliev, Pamiat tiene 20.000 activistas contabilizados en Moscú, y filiales en 30 ciudades soviéticas, desde Novosivirsk a Kiev.Observadores occidentales advierten en los últimos tiempos una mayor agresividad de la prensa oficial hacia las organizaciones de distinta tendencia denominadas informales, que esperan ver legalizada su situación con una nueva ley aún en preparación. Se tiene la impresión de que la actitud oficial, caracterizada por un ataque selectivo, está destinada a dividir los grupos cuya existencia va a ser tolerada en el marco de la nueva ley y aquellos que van a ser condenados a la marginalidad, tras un período en el que se ha permitido una amplia expresión de opiniones en distintos foros.

Expansivo y locuaz

Vasiliev, un hombre expansivo y locuaz, que tan pronto aborda la Biblia y el Talmud como la represión de los años treinta, recibe a esta corresponsal en su casa, situada en un céntrico barrio de Moscú. Su despacho está plagado de símbolos de un mundo ruso anterior a la Revolución: un rincón atestado de iconos donde permanece encendida una lamparilla, cuadros representando al zar, pendones dorados y condecoraciones y medallas de la Rusia imperial.Junto a Vasiliev está su hijo, Seriozha, un joven estudiante de arte, que pone en marcha el magnetofón familiar, alegando que las declaraciones del padre son deformadas en la Prensa occidental. La Prensa soviética, que "salva" algunas de las actividades y sectores de Pamiat, ha convertido prácticamente a Vasiliev en el enemigo público número uno con acusaciones de antisemitismo, chovinismo y rusofilia. Sus opiniones no serían tal vez tan tenidas en cuenta si no fuera porque Pamiat es capaz de sacar a mucha gente a la calle.

Tanto Vasiliev como su hijo van vestidos con las camisetas negras con una campana estampada que identifican a los miembros de Pamiat. De la misma forma aparecen ataviados un par de jóvenes que de vez en cuando irrumpen en la habitación, parte de un antiguo piso señorial dividido tras la Revolución para incrementar las posibilidades de alojamiento.

No ve Vasiliev nada particular en el color negro de su atuendo. "El Gobierno va en coches negros. El caviar también es negro y hay abrigos de cuero negro y nadie tiene nada que decir de quien lo come o los lleva. El negro es un color sobre el cual nuestro emblema tiene un mayor efecto. Además, el negro estiliza".

"La palabra memoria es un término internacional. Ningún pueblo puede vivir sin memoria. La campana también es un emblema internacional. Vino de Bizancio y ha recorrido toda Europa. La campana debe despertar la conciencia humana sobre el hecho de que vivimos al borde del peligro. Debemos comprender que la humanidad se encuentra en la frontera fatal donde el peligro está fuera de control".

En medios oficiosos soviéticos se habla actualmente de las intenciones de Pamiat de crear un partido político de oposición. Tal situación sería, en opinión de estos medios, motivo para proceder policialmente contra una organización que inquieta al poder soviético. Y le inquieta, dicen, porque maneja conceptos que entroncan con sentimientos populares y proporciona una aparente salida a la insatisfacción generada por el estancamiento al que el poder establecido quiere dar una solución propia.

"El tiempo dirá"

Vasiliev culpa abiertamente al Partido Comunista del "estancamiento", pero niega querer transformar su organización en un partido político. "Intentaremos entrar en contacto con el poder existente, pero si nos obligan, a lo mejor fundaremos un grupo de opinión pública. El tiempo dirá. Ahora no quiero decir nada, porque ya ve que terror político hay".Recientemente, Vasiliev y un grupo de seguidores fueron expulsados de la fábrica de automóviles Zil de Moscú, una de las mayores de la URSS. La Prensa publicó una carta que firmaban un grupo de trabajadores atacando a Vasiliev. Éste opina que fue víctima de una trampa y dice que la organización municipal del Partido ha prohibido su intervención en debates y mítines.

Vasiliev cree que la intensificación de los artículos contra él se debe a la aparición, el pasado diciembre, de un panfleto de Pamiat en el que instaba a los "patriotas del mundo entero" a unirse contra las "fuerzas de las tinieblas". En él, Pamiat se declaraba "abiertamente" como "oposición política a todas las fuerzas de las tinieblas en el Partido y en el Estado" y afirmaba que la "actividad del enemigo se ha atrincherado en todos los eslabones del partido y de las fuerzas dirigentes de la URSS". Alexander YakovIev era acusado de tener una actitud antirusa y se le recordaba un artículo de carácter antinacionalista, publicado en 1972, que le valió al actual dirigente su desgracia política en los tiempos de Leonid Breznev.

"Fenómeno complicado"

Vasiliev acusa a YakovIev de "querer deshacerse de las fuerzas patrióticas" en la URSS por haberles llamado "grupúsculos reaccionarios y antisemitas". Pamiat, que surgió a principio de los ochenta como una entidad restauradora de monumentos, es, en palabras de su dirigente, "un fenómeno bastante complicado". Sus reivindicaciones van hoy desde la salida de las tropas soviéticas de Afganistán hasta la apertura al culto de la catedral de la Dormición en el Kremlin.Cuando Vasiliev entró en Pamiat "era un grupo de gente unida por el amor a su cultura y a su historia, que no podían seguir contemplando la destrucción de esta cultura, la bárbara actitud para con ella y por eso se unieron y comenzaron a hacer propaganda de nuestra moral, nuestras costumbres populares, nuestras tradiciones olvidadas. Poco a poco comenzamos a buscar las causas de ese fenómeno". Así, llegaron a la conclusión de que "tiene lugar un genocidio y comenzamos a levantar nuestra voz contra los ideólogos de la destrucción".

"Empezamos a estudiar las religiones para ver dónde hay una concepción destructiva y de repente llegamos al judaísmo, donde está la teoría del pueblo elegido por Dios". Vasiliev empieza, entonces, a citar el Talmud y afirma que en ese libro sagrado se encierra la clave de la destrucción de otras culturas. "No es la concepción judía la culpable, sino la transformación política del judaísmo elaborada por el sionismo, que se ha transformado en una corriente internacional a la que pertenecen los masones". "Nada de tendencia ilustrada en la masonería", señala Vasiliev. "Los masones, afirma, "trabajan sólo para el fortalecimiento del sionismo en el mundo, aunque se peleen entre sí por sus ambiciones políticas.

El lenguaje de Vasiliev está lleno de afirmaciones globales, de frases lapidarias combinadas con hechos concretos y resulta difícil obtener respuestas precisas. En su opinión, los políticos llevan a cabo una "actividad criminal y si no cesan en ella y comienzan a consultar al pueblo, deberían ser concentrados en el Ártico y dejar que aclarasen sus diferencias a puñetazos".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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