EE UU y Portugal llegan a un acuerdo para no tener que renegociar la base de Lajes
Portugal y Estados Unidos van a crear un grupo de trabajo para estudiar la manera de satisfacer las reivindicaciones portuguesas en materia de contrapartidas, por la utilización por las fuerzas armadas estadounidenses de la base de Lajes, situada en las islas Azores. El acuerdo pone fin a la amenaza portuguesa de renegociar el tratado que permite el uso de esa base.El anuncio fue hecho durante una conferencia de prensa realizada conjuntamente entre el jefe del Pentágono, Frank Carlucci, y el ministro portugués de Defensa, Eurico de Melo. Melo dijo que "entre países amigos hay siempre un medio para resolver los problemas fuera del ámbito de la apertura formal de negociaciones". Carlucci llegó ayer a Lisboa para una visita de 24 horas y se entrevistó con miembros del Gobierno y con el primer ministro Aníbal Cavaco Silva.
Según el secretario de Defensa norteamericano, el grupo de trabajo explorará "las posibilidades que existen" de responder a las reivindicaciones portuguesas. La fórmula de compromiso propuesta por Washington y aceptada por Lisboa para evitar que, al abrigo de una de las disposiciones del convenio de 1983-1984, se renegocie éste, responde a las exigencias de las fuerzas armadas portuguesas que quieren mayor apoyo financiero y material de EE UU para la modernización y reequipamiento del Ejército luso. Carlucci se refirió concretamente a la posibilidad de ceder a Portugal "material excedentario" del ejército estadounidense.
El descontento portugués estaba motivado porque en el convenio se prevé una ayuda estadounidense anual de 205 millones de dólares (unos 22.500 millones de pesetas). Estas suma se verá reducida en el próximo año fiscal a 117 millones, 30 millones menos que el año pasado, si se aprueba la propuesta que actualmente debate el Congreso norteamericano.
La base de Lajes es vital para que los aviones norteamericanos puedan repostar en sus vuelos a Europa y sirve de centro de los aviones P-3, encargados de detectar la presencia de submarinos soviéticos en el Atlántico.
Los F-16 no irán a Portugal
Tanto Eurico de Melo como Carlucci omitieron los aspectos políticos de las relaciones bilaterales. Ambos excluyeron enérgicamente que haya conversaciones para la eventual transferencia a Portugal de los 72 bombarderos F-16, actualmente destacados en Torrejón (Madrid) y que EE UU se ha comprometido a retirar. Carlucci, que hoy continúa viaje a Italia y el sábado a la República Federal de Alemania, reafirmó que el destino de los aviones es "un problema de la OTAN" y admitió la existencia de contactos con otro país, que no identificó.
Frank Carlucci, que habla fluídamente portugués, conserva fuertes amistades con políticos portugueses desde su época de embajador norteamericano en este país en los años más agitados de la revolución, entre 1975 y 1978, y tiene el prestigio entre los actuales líderes de haber convencido a su Gobierno de la necesidad de apoyar a las fuerzas democráticas que se oponían al asalto comunista al poder. En particular, le une una estrecha amistad con el presidente Mario Soares, con quien cenó anoche.
Lisboa se ha manifestado especialmente preocupada por el temor de que, tras el acuerdo para la retirada de los F-16 de Torrejón, EE UU apoye las pretensiones españolas de constituir comandos militares integrados dentro de la OTAN.
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