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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fantásticas variaciones de un diseñador musical

En una época, la que vivimos, en la que el eclecticismo es el rey de las artes y en la que el diseño sustituye al sentido común en una loca carrera por recubrir el vacío con fútil y perecedera belleza, la música no ha podido escapar -tampoco lo ha intentado- al adocenamiento general. Los nuevos compositores, adorados por legiones de iniciados, ya no componen música, la diseñan como un elemento más de un entorno en el que el agobio y la asfixia conviven con los más disparatados colores, las formas más increíbles y la más fría hostilidad ambiental.Nyman no ofreció un concierto sorpresa, pero sin duda para muchos que colocan su nombre en la larga lista de ambientadores de ascensor, el resultado pudo parecerles poco confortable e incluso inquietante. Nyman no vino a meterse en el bolsillo a un grupo de elitistas culturizados a golpe de apariencia, sino a demostrar sus capacidades como compositor, como diseñador de músicas. Ya de entrada dejó claro que sus intenciones no eran ir por el camino más trillado y accesible al prescindir de su habitual grupo de nueve músicos, con el que acaba de finalizar una gira por el Reino Unido, y presentarse en una árida y poco comercial configuración de dos violines y dos pianos.

Concierto de Michael Nyman

Alexander Balanescu y John Carney, violines. Michael Nyman y Kate Edwards, pianos. Palau de la Música. 8 de febrero.

El concierto se inició con su composición más conocida, Swan Rat y otros dos fragmentos más de Zoo Caprices magistralmente interpretados en solitario por Balanescu, que demostró ser un instrumentista de gran categoría, desbordante de energía, de fuerza y de swing. Después seguiría Two violins, fragmentos de Making a splash para dos violines y piano, acabando la primera parte con una nueva interpretación de Swan Rot.

En la segunda mitad, Nyman y Edwards, a dos pianos, interpretaron una serie de danzas y varios fragmentos basados en The draughtsman's contract. Un concierto modélico en su construcción y en su ejecución que demostró la habilidad de Nyman de diseñar obsesiones y transformarlas en música.

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