El 'contra' que viajaba en el avión abatido por los sandinistas asegura haber salido de una base hondureña
ENVIADO ESPECIAL El prisionero capturado por los sandinistas en el derribo, el pasado sábado, de un avión de abastecimiento para la contra declaró que este tipo de vuelos parte de la isla hondureña de El Cisne y son organizados por un grupo de llimos 30 norteamericanos". La base desde la que salió el avión abatido, según el prisionero, se encuentra protegida por 45 soldados hondureños y dispone de una pista de aterrizaje de 3.000 metros de longitud, contenedores para el almacenamiento de suministros y casas decampaña donde viven los norteamericanos. Alejandro Sánchez Herrera, de 25 años, el prisionero contra, hace el trabajo de lanzador de bultos por 120 lempiras (el equivalente a 60 dólares en moneda hondureña) por cada vuelo.
Sánchez Herrera forma parte de las fuerzas rebeldes desde hace cinco años. "Me llevaron", dice, con aspecto traspuesto, al explicar por qué se sumó a la contra. Sus padres siguen viviendo todavía en el poblado nicaragüense de Somoto. Después de que su avión fuese derribado, a las 20.30 del sábado, Alejandro se echó a caminar sin rumbo durante toda la noche. Cuando ya había amanecido encontró a un soldado sandinista tomando un baño en un río. Extenuado, decidió acercarse a él para pedirle orientación, pero inmediatamente fue identificado como sospechoso y arrestado.Junto a Alejandro viajaban en el DC-6 derribado el piloto (Richard, de nacionalidad colombiana), el copiloto (Fricciones, nicaragüense), otros cinco lanzadores (Salvaje, Gusano, Pinto, Cinco Pinos y Salvador) y dos paracaidistas. Excepto los dos últimos, que se habían lanzado en algún punto de Nicaragua antes de que el aparato fuese alcanzado, los restos carbonizados de los demás se encuentran esparcidos entre la vegetación selvática de Las Lomas de El Arenas, junto a la frontera con Costa Rica. El cuerpo del piloto todavía sigue en la cabina, convertido en un pedazo de carbón del que sólo se distingue la dentadura.
Dos cohetes SAM-7
El avión fue impactado en dos ocasiones por cohetes SAM-7 de fabricación soviética. Antes había lanzado 11 bultos con alimentos y municiones para la contra a unos 45 kilómetros al norte de la frontera de Costa Rica. El cargamento iba dirigido al comando Jorge Salazar, encabezado por Franklin, el mismo comandante contra a quien pretendía abastecer el norteamericano Eugene Hasenfus cuando su avión fue derribado.
El prisionero llevaba en su poder, en el momento de la detención, una cartera que contenía dos monedas hondureñas y un permiso expedido por el Gobierno hondureño con fecha 9 de enero de 1988, a beneficio de las Fuerzas de Resistencia Nicaragüense, para que el portador pudiese trasladarse a Tegucigalpa. "Esto demuestra que los mandan a la capital para que descansen", afirma el teniente coronel Roberto Calderón, jefe de esa zona militar. En su declaración, Alejandro había manifestado que en Tegucigalpa solía visitar a algunos amigos y también frecuentaba los prostíbulos El Postigo y Belén.
Junto a algunas armas que probablemente llevaban los tripulantes para la defensa personal -una de ellas, una ametralladora pesada M-60- fueron encontradas tres fotografías. Dos de ellas son de dos muchachas con aspecto latino, a las que no se encuentra ninguna relación con el caso. La otra lleva en su reverso la marca Price's Studio (Hondo, Tejas), y en, su anverso aparecen en pie tres militares de aspecto anglosajón y uno latino, con un avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos al fondo. El prisionero identifica a uno de ellos como un norteamericano que trabaja actualmente en la base de El Cisne.
Con este DC-6 han sido cuatro los aviones abatidos por las fuerzas sandinistas en siete años de guerra. Tres de ellos han sido derribados en el &ente sur, junto a la frontera costarricense, zona, que, según fuentes de la contra, viene siendo utilizada como punto principal de abastecimiento y retiro de heridos.
15 aviones
El teniente coronel Calderón habla de la presencia en esa zona de unos 1.500 contra, que han sido abastecidos, en lo que va de mes, por 15 aviones. "No tenemos detectada la presencia del enemigo en este punto, pero si oyen disparos arrójense al suelo y no se muevan", advierte Calderón a la fila de periodistas que se abre paso entre la espesa vegetación para llegar hasta los restos del avión. Al rato suenan unos tiros, pero muy lejanos.
Los combatientes sandinistas que viven y duermen en estas lomas confirman que entran en combate con mucha frecuencia. "Nunca se acaba con ellos; los matas y vuelven a aparecer", dice un soldado que maneja un lanzamisiles RPG. También la población de La Esperanza, un núcleo de desplazados de guerra, escucha batallas continuas.
María Isabel, una de las pobladoras, narra la presencia de una columna contra hace tres días en las proximidades de La Esperanza, situada a unos 300 kilómetros de Managua y unos 40 al este de San Carlos, la principal localidad de la región, donde seis helicópteros MI-8 de fabricación soviética efectuaban el domingo un traslado de tropas.
Los contra secuestraron en La Esperanza a dos personas -una de ellas, un primo de María Isabel-, aunque las devolvieron pocas horas después, sin hacerles ningún daño. Dos de los integrantes de la columna tienen a sus familias viviendo en La Esperanza.
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