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Con argumento

Es positivo ofrecer una exposición histórica con argumento, permite y alienta el debate (y bueno sería que el ministerio aprovechase la ocasión para im-pulsar un debate público en fórma de encuentros o jornadas) y, suele ser más fecunda que una, muestra de divulgación o manual. El argumento es bueno; además, pone de relieve que la modernidad no es asunto de ahora, que posee una larga tradición.Algunas dudas fueron, sin embargo, expuestas. La más importante: ¿no es más complejo el modo español de vivir la modernidad? ¿No hay un momento crucial de la modernidad, la República, aquí inexistente? ¿No hay que atender a la modernidad en los comienzos del siglo, en la perspectiva, profundamente española, del 98? ¿No hay una vivencia tensa de la modernidad en. las distintas nacionalidades? Atender a estas cuestiones hubiera hecho la exposición mucho más compleja, menos lineal.

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Repères, marcas, señales, mojones..., en realidad un cajón de sastre. Solana y Sempere, Antonio López y Ráfols Casamada, Rivera, Alfaro, Guerrero... Parece difícil aceptar que la obra de estos artistas sirva de contrapunto al argumento y ayuda a su comprensión y, en todo caso, al igual que ellos, otros muchos que no están. Algunos debían haber sido incluidos en los capítulos centrales, e incluso vienen exígidos por ellos: ¿cómo dejar fuera del eje central a Oteiza (tan poco representado, por otra parte)? ¿Por qué no tener en cuenta su papel y el de Sempere, por ejemplo, en las sendas perdidas? ¿Acaso no fueron las suyas más perdidas y utópicas que otras cuidadosamente representadas, y en su pérdida y utopía de la más elevada calidad y el más elevado interés? ¿Por qué ésos y no otros en el cajón de sastre? Esa pregunta sólo pueden contestarla los organizadores, pero estoy seguro de que, ante su selección, ninguna contestación resultará satisfactoria..., a menos que hayan predominado sólo las preferencias personales.

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