Verstrynge
Me lo dijo Jean-Paul Sartre, sentadito en las rodillas de Simone de Beauvoir:-Mire usted, joven: se abandona la izquierda, se recorre un tramo en la oscuridad y de pronto se encuentra uno en la derecha.
Jorge Verstrynge ha hecho el recorrido inverso. Abandonó a Fraga, ha recorrido un tramo en la oscuridad y ahora se encuentra en un agujero negro, por el que puede que salga a otro planeta, como en las películas de Garci. De momento, en este planeta y en esta ciudad, Verstrynge no ha conseguido ser profesor "idóneo" para la Universidad. No podrá ser profesor titular de Universidad, salvo que gane el correspondiente concurso para obtener plaza. Verstrynge es un no/ numerario al que le cuesta llegar a la titularidad. No coaguló como nueva derecha y no coagula como docente. Si a Fraga, su antiguo señorito, le hemos recordado que las jubilaciones nunca vienen solas, a Verstrynge hay que recordarle lo de mi venerado San Ignacio de Loyola: "Hijos míos, en tiempos de perturbación, no hacer mudanzas". Cuando mayor era la perturbación en AP y en los bares/chaflán de Serrano, Verstrynge decidió hacer mudanza hacia no sé qué liberalismos, y fundar un partido, y cosas. Ahora se ha quedado sin partido, sin cátedra y, lo que es más grave, sin "ídoneidad", y digo más grave porque me parece que esto último afecta al alma.
JV viene recorriendo, acompañado de sus fotogénicos dálmatas, o lo que sean, y de su fotogénica señora, una brillante carrera de falta de idoneidad para casi todo, carrera esmaltada en azul por los telegramas que me pone cuando presento un libro mío. No era idóneo para segundo de Fraga, no era idóneo para líder de un partido que está inédito, no es idóneo para catedrático. A uno, Jorge Verstrynge le parece idóneo como chico de Serrano/piloto. Es el superchico de Serrano, con un apellido que queda así como extranjero, con una bella chica, con unos cinematográficos dálmatas, con gafas de nuevo filósofo de lo viejo y chaqueta cruzada, con un pelo lleno de rebeldía rubia. Lo que pasa es que los niños de Serrano no mueren ni transmigran: sencillamente, se desvanecen en el tiempo como un dibujo de Leonardo.
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