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Bonn investiga el supuesto suministro de combustible nuclear a Libia y Pakistán por una fábrica de la RFA

La principal fábrica de combustibles radiactivos de la República Federal de Alemania (RFA) Nukem, suministró uranio y plutonio a Pakistán y Libia, violando el Tratado de No Proliferación de armas nucleares (TNP), del que es parte la RFA, según una "terrible sospecha" del Gobierno de Bonn. El Gobierno y la fiscalía de Hanau cuentan con información según la cual combustible apto para la fabricación de armamento nuclear podría haber sido suministrado a esos dos países por la compañía Transnuklear, filial de Nukem, a través del centro nuclear belga de Mol y del puerto báltico de Lübeck. La empresa Transnuklear transporta el 80% del material radiactivo en la República Federal de Alemania.

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El Gobierno alemán occidental insistió ayer, en una agitada sesión del Parlamento federal dedicada al escándalo, que los indicios existentes aún no permiten probar la transferencia de material radiactivo a los citados países,. Pero el ministro de Medio Ambiente, Klaus Toepfer insistió en que recaía una "terrible sospecha" sobre Nukein y Transnuklear. El Partido Socialdemócrata (SPD) y los verdes aseguraron contar con pruebas de la violación del TNP por parte de Nukem. Por su parte, en un comunicado, Nukem y Transnuklear afirmaron que no habían entregado a Libia o Pakistán combustible enriquecido susceptible de uso militar ni violado el TNP.Pero está ya claro que barriles con material altamente radiactivo, no identificado como tal, se hallan fuera del control de las autoridades. No se descarta que incluso parte de ellos se encuentren "en algún basurero" o en almacenes no controlados. Nukem señaló que los dos barriles desaparecidos, estaban medio vacíos y habían sido transvados a otros contenedores.

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) intentó ayer aplacar la alarma entre la opinión pública alemana. Según un comunicado emitido en su sede en Viena, no cuenta con indicios de que se haya violado el TNP. También la agencia europea Euratom se manifestó en este sentido.

El escándalo en torno al tratamiento de residuos y combustibles radiactivos en varias compañías alemanas especializadas adquirió ayer una dimensión internacional insospechada al fortalecerse los indicios de un tráfico ilegal de material radiactivo al extranjero y confirmarse la práctica sistemática de declaraciones falsas sobre el contenido de barriles con material radiactivo, la violación contínua de la reglamentación del tráfico de residuos y combustible, y la desaparición de barriles con material de fisión.

Tres fuentes distintas confirmaron a la fiscalía la existencia de transportes de combustible nuclear a Paquistán y Libia, lo que hace del caso Nukem y Transnuklear un "escándalo más grave que el caso Flick o el de Uwe Barschel", según palabras del diputado verde Ott Schily. Dos directivos de Transnuklear se quitaron la vida el pasado año. El verdadero alcance de los delitos cometidos en la industria núclear alemana que empieza a entreverse arroja nueva luz sobre la trágica decisión de estos dos implicados.

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Cierre de la compañía

El Gobierno ordenó el cierre de la compañía Nukem, que se suma a la suspensión de la concesión para transportes nucleares a su filial, Transnuklear. Ayer comenzó una febril ronda de contactos e investigaciones para determinar el alcance real del escándalo. La policía controla desde ayer los accesos a la sede de Nukem para evitar que personal de la empresa haga desaparecer documentos comprometedores. A primeras horas de la mañana, las oficinas fueron registradas por orden de la fiscalía.

Lo que en principio parecía un caso de corrupción, negligencia insólita y falta de control en el tráfico de material radiactivo entre la planta de Nukem, en Hanau, en el Estado de Hesse, y la fábrica de combustible nuclear de Mol, en Bélgica, se ha convertido en un escándalo internacional, con claras implicaciones criminales, que puede tener consecuencias graves para las relaciones exteriores de la RFA y supone el hundimiento definitivo de la credibilidad de la industria nuclear de este país.

A lo largo de 1987 surgieron continuamente indicios de que Transnuklear no sólo registraba sistemáticamente su carga con un índice de radiactividad inferior al real, sino que pagaba con la misma regularidad sobornos en dinero y regalos a responsables en la fábrica belga de Mol y otros puntos de carga y descarga en la RFA.

El escándalo ha causado ya dos muertes. El directivo de Transnuklear Hans Holtz, despedido y detenido después por su implicación en el soborno de responsables belgas, se suicidó en su celda poco antes de Navidad. Otro directivo se había tirado meses antes bajo un tren.

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