Zumbidos
El gran error de esos bravos ecologistas que combaten la contaminación acústica es que sólo tienen oídos para los grandes y tradicionales ruidos. Como su único instrumento de lucha es el decibelio, y más concretamente el decibelio elevado a la octogésima potencia, pues resulta que desprecian otros ruidos tan insoportables como los que dejan sordos simplemente porque burlan la vigilancia de sus radar acústicos.Preocupados por erradicar los'viejos ruidos violentos de la era mecánica, no han oído nacer, crecer y multiplicarse esos nuevos ruidos de la era electrónica cuya insidia sonora ya no se mide en términos de estridencia, sino de murmullo. No son ruidos que golpeen los tímpanos: atacan directamente los centros nerviosos superiores. Lo suyo no es producir sordera, sino histeria. No digo que haya que bajar la guardia ante los castizos decibelios de los camiones de basura, las taladradoras, las discotecas, los bocinazos o las sirenas. No. Propongo que se creen otros instrumentos para combatir eficazmente esos nuevos ruidos de escaso decibelio pero que también contaminan el ambiente con sus verdosos zumbidos.
Esas alarmas digitales que se disparan en mitad de la película, el monocorde tecleo informático de las oficinas, los chasquidos del dinero electrónico, el ronroneo de los walkie-talkies de las infinitas policías públicas y privadas, el futurista pitido de los electrodomésticos, las sintonías acariciadoras de aeropuertos y grandes almacenes, los metálicos fonemas de las máquinas tragaperras, ese odioso hilo musical que envuelve el planeta con sus pasteleros arpegios. ¿Por qué esa saña contra los decibelios de la era mecánica y tanta vista gorda con los de la era digital? No lo entiendo. Perseguimos los viejos ruidos de producción casera y toleramos esos nuevos ruidos de importación, extranj eriz antes, que marean el neocortex y encima carecen de onomatopeya. Que ésa es otra. Podemos nombrar al decibelio atronante, incluso académicamente, pero es imposible castellanizar esos zumbos colonizadores.
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