El arte de aburrir

La obra de Ovidio Ars amandi ha servido de pretexto al realizador polaco Walerian Borowczyk para volver a llenar las pantallas de desnudos, y para que las discusiones bizantinas intenten establecer los límites entre erotismo y pornografía, cuando es mucho más fácil de delimitar el mérito cinernatográfico, en esta ocasión ausente en la película del presunto divulgador ritmico de la obra de Ovidio.La lectura de Ars amandi, que precisamente no destaca por su erotismo, nos ilustra sobre un conjunto de reglas y consejos para la seducción, conquista y perpetuación en la elección y disfrute del ser amado.

Ovidio

En su caprichosa adaptación fílmica, el autor de los Cuentos inmorales alterna la presencia en pantalla de Ovidio, que suelta sus consejos buscando la complicidad del espectador, con la visión de los hechos que anuncian sus palabras.Sin llegar a la recreación histórica de Blanche, ni a los logros parciales de La bestia, el autor, que comenzó realizando un largometraje peculiar y prometedor, Goto, la isla del amor, continúa con sus referencias pictóricas en esta narración que pretende actualizar con una torpe historia actual, como si fuera necesario en nuestros días demostrar la intemporalidad y universalidad del amor.

Con aburrimiento y paciencia, el espectador asistirá a una sucesión de prometedores atrevimientos que no llegan a sus últimas consecuencias, y donde el interés no tiene más progresión que la de esperar a ver algo que deslumbre. La historia de amor de Claudia y Cornelio es tan gratuita como absurda.