'Don Giovanni', de Mozart, inauguró ayer la temporada lírica de la Scala de Milán
El montaje italiano coincide con el 200º aniversario del estreno de la pieza
Don Giovanni de Mozart, ha sido el título que los responsables de la Scala de Milán han escogido para inaugurar su temporada lírica, coincidiendo con el 200 aniversario del estreno de la obra en Praga. El director de escena, Giorgio Strehler, y el musical Riccardo Muti, han sido los responsables de este montaje, calificado de histórico porque ambos artistas, de consolidadísimas trayectorias profesionales, han esperado a la madurez creativa para afrontar por primera vez la inquietante ópera mozartiana. Al estreno asistieron el príncipe Carlos de Inglaterra y el presidente del Senado italiano, Giovanni Spadolini. Los aplausos duraron 10 minutos.
Todas las autoridades fueron acompañadas al estreno por sus respectivas esposas, excepto el príncipe Carlos. Pero la prensa italiana, de común acuerdo con la británica, ha salido al paso de posibles rumores, anticipando que Lady Di se encontraba ayer en Londres, presidiendo oficialmente el estreno benéfico de la película The dancers. Entre el resto de las personalidades que se esperaba asistieran al magno acontecimiento se contaban el presidente del Comité Olímpico Internacional, Antonio Samaranch; el ex canciller de la República Federal de Alemania, Helmut Schmidt; el cineasta Gillo Pontecorvo; el pintor Balthus; responsables artísticos de las óperas de Viena, Londres, París y Houston; y varios portadores de esos apellidos que hacen temblar el mundo de las altas finanzas internacionales, como Getty, Rothschild, Agnelli...Era difícil evitar que esta crónica empezara con tan altisonante elenco de nombres. De hecho, desde hace algunos años, los representantes de la antigua burguesía milanesa han decidido celebrar el día de San Ambrosio, patrón de su ciudad y fecha de inicio de la programación de la Scala desde 1952 -antes el acontecimiento se producía cada 26 de diciembre- lejos del teatro, que consideran profanado por hordas de parvenus llegados de Roma y de EE UU. Los melómanos milaneses suelen acudir a una de las nueve funciones que seguirán al estreno: prefieren que la Scala siga siendo el "templo de la armonía" de siempre y no un desfile para ser visto.
A partir de los años 80, los nuevos pobladores de los palcos son las empresas, que utilizan la ópera para fortalecer sus respectivas políticas de imagen. Hasta tal punto esto ha sido así que el superintendente del teatro, Carlo Badini, creó, hace cinco años, un turno D de representaciones, especialmente pensado para los compromisos de las empresas: éstas pagan regularmente su abono de palco, más de veinte millones de liras (unos dos millones de pesetas), a título de subvención privada.
'Socios' institucionales
"Sin embargo", aclara Sergio Escobar, asistente de Badini, "estas empresas, que en total son unas 145, no son lo que yo llamo socios institucionales, que son los que auténticamente sostienen la actividad del teatro. El socio institucional comparte con la Scala la responsabilidad de su gestión, y no únicamente su resonancia pública". En este grupo, según señala Escobar, figura en primer lugar el Ente Nazionale di Idrocarburi (ENI), la primera entre las empresas públicas italianas, que financia parte de la temporada lírica por segundo año consecutivo. Financiar significa en este caso adquirir el derecho a participar en los beneficios derivados de actividades editoriales, discográficas y televisivas, aparte de desgravar impuestos. El presupuesto anual de la Sicala se sitúa alrededor de los 80.000 millones de liras (unos 8.000 millones de pesetas), de los cuales el 25% -porcentaje que es el más alto de Europa- se cubre por ingresos propios, mientras que el 75% restante corre a cargo de la financiación pública.Para las diez representaciones de Don Giovanni no queda una sola entrada disponible. El pasado martes se ponían en venta 1.200 localidades situadas en los pisos más altos. Desde la tarde anterior empezó a formarse una cola que resistió estoicamente al frío y a la lluvia durante toda la noche hasta la apertura de las taquillas. La política de invitaciones es limitadísima. Se han necesitado incluso recomendaciones para entrar pagando y eso a pesar de que una butaca puede salir por la nada despreciable suma de 88.000 pesetas. Un diario milanés informaba ayer que en la reventa se han llegado a pagar hasta tres millones de liras (300.000 pesetas aproximadamente) por una localidad.
A todo este revuelo ha correspondido un silencio casi sepulcral por parte de los auténticos protagonistas, es decir, el director musical Riccardo Muti el escénico Giorgio Strehler, éste, según una vieja costumbre, ni siquiera asistió el pasado sábado al ensayo general, siendo informado telefónicamente de su desarrollo. La prueba se desarrolló en el más completo secreto: los dos artistas se negaron a abrir las puertas al público, cosa que hubiera aliviado no poco los múltiples compromisos no atendidos por parte de la dirección del teatro. Los dos directores han trabajado codo a codo no menos de 300 horas durante el último mes, y de ningún modo estaban dispuestos a dar a conocer el precioso capital acumulado antes de ayer. Lo único público que de ellos se ha obtenido son ambiguas y escuetas declaraciones sobre la "insondabilidad e imprevisibilidad" de la obra maestra de Mozart. El reparto cuenta con Thomas Allen, Edita Gruberova, Ann Murray y Francisco Araiza, en los principales papeles.
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