Necesidad de amor fisico
Alain Tanner, desde sus comienzos, se ha mostrado como un cineasta cercano a los postulados de producción de la nueva ola francesa, sabiendo sacar el máximo provecho de los recursos económicos, casi siempre limitados, de sus proyectos fílmicos. El hecho de haber realizado su primer largometraje a los 40 años, tras una experiencia como cortometrajista y en trabajos televisivos, ha dotado a su obra de una reflexiva y madura sabiduría que, sin renunciar al cine de autor, le aproxima a la popularidad.Una llama en mi corazón, rodada en 16 milímetros, hinchada luego a 35 milímetros, y, en blanco y negro, es un perfecto manifiesto que resume y ejemplifica la austeridad de su estilo y sus inquietudes temáticas y existenciales.
Una llama en mi corazón
Dirección: Alain Tanner. Guión: Myriam Mézières. Fotografía: Acacio de Ahneida. Producción francosuiza, 1987. Intérpretes: Myriam Mézières, Benoît Regent, Aziz Kabouche, André Marcon, Douglas Ireland, Jean Gabriel Nordman, Jean Ives Bertellot. Estreno en Madrid (versión original): cines Renoir.
Como es habitual en él, insiste, alejado de complacientes optimismos, en un cine de aventuras íntimas, geográficas y vitales, cuyos límites marcan los contornos entre la vida y la muerte, física o espiritual, de sus personajes.
En esta ocasión el matiz está definido por el protagonismo absoluto de Myriam Mézières, consiguiendo su mejor trabajo en la pantalla, sublimando sus experiencias pasadas en el teatro, el music hall y ante la cámara, extendiendo su protagonismo en la autoría del guión, en esta historia de amor donde la heroína va consumiendo su existencia.
Definir el amor como el temblor que produce la cercanía del ser amado, afirmar que no se puede ser amigo de quien ya se ha querido, mostrar el éxtasis amoroso como una combinación de dolor y goce, evidenciar el sufrimiento causado por la ausencia de placer son algunos de los aciertos de un guión sincero que universaliza en una mujer el amor físico como necesidad vital.
En el desarrollo argumental del filme, las escenas amorosas que contiene son vitales para la comprensión de la peripecia existencial de la protagonista. Con naturalidad, sin tapujos, alejado de falsos guiños voyeuristas que desvirtúen su sentido, pero sin lugar para la mojigatería, Tanner las filma con ejemplar sentido de la medida. El autor suizo, que vuelve una vez más a demostrar su capacidad para la dirección de actores y para filmar sin que pesen los diálogos, da una lección de cómo presentar la acción en interiores.
La coherencia entre el discurso fílmico y la forma en que nos es mostrado se beneficia del doble juego realidad-ficción donde una actriz representa la propia historia que ha escrito, interpretando al personaje de la ficción fílmica, Otra actriz, que por vivir tan intensamente su existencia llega a olvidar recitar su papel, incapaz del fingimiento de la actuación, y únicamente apta, después, de trabajar en una barraca de feria, donde representará el placer que desea en su vida real.
Babelia
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