La dificultad de ver tras una lente opaca
La extracción del cristalino es el Úmico tratamiento de las cataratas
Las cataratas, un enturbiamiento de la visión por opacificación del cristalino, son una de las enfermedades más universales que se conocen. Puede tener muchos orígenes, pero la variedad más frecuente es, con mucho, la senil. Hasta un 40% de los mayores de 60 años sufre en mayor o menor grado una pérdida de transparencia de esa lente natural. Su extracción ha sido desde antiguo el único camino seguro para recuperar la visión, pero actualmente existen cristalinos artificiales y la operación puede realizarse de forma ambulatoria con anestesia local.Los enfermos de cataratas ven el mundo nublado todos los días, como si estuvieran miran.do permanentemente a través de un cristal sucio o esmerilado. La opacificación del cristalino puede tener múltiples causas: desde un traumatismo hasta una infección, pasando por la administración prolongada de corticoides. En general esa lente responde de la misma forma ante cualquier agresión: se vuelve opaco. Las ctaratas pueden ser, por su color, blancas, grises, verduscas, ambarinas, marrones y negras. Y las hay totales o parciales.
Con el envejecimiento, el cristalino va perdiendo su flexibilidad y transparencia. A partir de los 40 años, esta lente biconvexa se endurece, pierde su capacidad de acomodación o enfoque y aparece la vista cansada. Aunque también puede ser congénita, la opacificación es un proceso tardío (el 98% tiene más de 58 años) .
Al iniciarse esta enfermedad, el cristalino se hidrata y aumenta su poder de acomodación. La pérdida de la visión a distancia, debida a la opacificación, se compensa entonces con una mejoría de la visión cercana. Los ancianos suelen atribuir a esta falsa mejoría una segunda vista cuando desechan triunfalmente sus gafas para leer.
Esta engañosa recuperación de la vista durará poco, porque el efecto final de las cataratas es la disminución de la visión de cerca y de lejos. Todavía no se conoce la causa última de esta patología como para poder frenar terapéuticamente su desarrollo, y para acceder a una tercera vista noqueda otra solución que extraer la lente alterada.
El problema del tratamiento de las cataratas gira en torno a una simple pregunta: ¿es la agudeza visual lo suficientemente mala como para justificar la extracción de la catarata? Según el oftalmólogo Luis Outeiriño, las cataratas sólo deben operarse cuando aparecen en gente joven (por lo que respecta a esta enfermedad, una persona de 50 afios es joven) o deterioran la actividad normal del paciente. Si la persona se desenvuelve razonablemente bien en ese limbo brumosoes mejor dejarla..
Pero la extracción del cristalino no soluciona todo el problema: hay que sustituir el sistema óptico natural por otro artificial que permita enfocar las imágenes en la retina. Para ello, actualmente existen tres tipos de alternativas: gafas correctoras, lentes de contacto o implantación (le lentes intraoculares. "Concualquier método", afirma Outeiriño, "se consigue que un 99% de los operados vea bien".
Las gafas y lentillas, no cbstante, presentan ciertos inconvenientes frente a las lentes intraoculares. Las primeras llevan unas lentes correctoras de gran aumento que, aunque eficaces, amplifican y distorsionan; las lentes de contacto tienen la pega de su difícil manipulac"Ión -además de sus problemas de tolerancia-, y sólo las lentes intraoculares obvian estos inconvenientes y su campo visuál es similar -al normal.
A pesar de todo, los afáquicos (nombre con que se designa a los operados de cataratas) tienen corregida únicamente su. visión lejana, y necesitan gafas paraver de cerca, porque carecen de sistema de acomodaclón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.