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El juez llamará a declarar al medico que curó al vagabundo muerto en un calabozo de Málaga

El juez Hipólito Hernández, que instruye las diligencias por la muerte del vagabundo José Antonio Cantó, de 49 años, en los calabozos de la comisaría de Málaga tras matar a un policía municipal, llamará a declarar en los próximos días al médico, que atendió a Cantó en el hospital Civil, adonde fue conducido tras su detención, según fuentes próximas a la investigación del caso. El juez dictó ayer un auto decretando el secreto sumarial en el caso a la vista de lo actuado y, en especial, del contenido de la autopsia.

Las fuentes informantes señalan que el dictamen del forense indica como causa de la muerte del vagabundo una hemorragia interna producida por una herida profunda en el abdomen. Siempre según dichas fuentes, el vagabundo, tras matar al agente municipal, fue reducido a golpes por policías locales y nacionales y esposado a un somier que se encontraba en el local desocupado que Cantó usaba para vivir y desde el que comenzó a disparar con una carabina de aire comprimido. En esas circunstancias, un hierro de dicho somier pudo causar la herida en el abdomen de Cantó.El vagabundo fue trasladado al Hospital Civil a la vista de las lesiones que presentaba producidas al resistirse a su detención.

Varios testigos presenciales de la detención de Cantó y de su ingreso en las dependencias policiales han denunciado a los medios de comunicación que el vagabundo fue duramente golpeado por los agentes. Uno de estos testigos ha calificado de "escandalosa" la forma en que Cantó fue introducido en la comisaría, a base de golpes y patadas, según su versión.

"Exploración correctaEn el hospital se le suturaron con varios puntos la herida en el abdomen y diversas heridas en la cabeza, sin exploración más profunda, de ahí la decisión del juez de llamar a declarar al médico que atendió a Cantó.

El director del Hospital Civil, Gonzalo Cisneros, manifestó ayer que, según ha podido averiguar, el vagabundo fue sometido a una "exploración correcta", siendo desnudado, con excepción de los calzoncillos, sin que se le apreciaran lesiones que recomendaran su ingreso, según informa José Antonio Frías.

Según el informe médico, Cantó presentaba heridas inciso-contusas en región parietal, labio superior y hemiabdomen izquierdo, y erosiones en región malar y frontal. El tratamiento se limitó a limpieza, sutura de las heridas abiertas y vacunación antitetánica.

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Catorce horas después de abandonar el hospital y ser devuelto a los calabozos de la comisaría de Málaga, el vagabundo falleció repentinamente después de beber agua en el lavabo de la comisaría, según la versión oficial.

El auto dictado por el juez Hipólito Hernández, titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Málaga, señala que se declara secreto el procedimiento, con carácter total, "durante los días necesarios para no perjudicar la investigación de los hechos que lo han originado".

El secreto sumarial podrá mantenerse, según señala la ley, por un período máximo de un mes.En cuanto a los motivos tenidos en cuenta para la decisión, el auto resalta específicamente el dictamen del forense, además de haberse "oído in voce el ministerio fiscal". El juez agrega que quedan por investigar actos "de gran importancia para el esclarecimiento de lo ocurrido".

Sobre el desarrollo de la investigación judicial, este periódico ha confirmado que el juez ha pedido una relación de todos los policías que participaron en la detención de Cantó.

Varios abogados de Málaga están estudiando la posibilidad de ejercer la acción popular en el caso. Esta decisión, prácticamente tornada, se debe, según uno de los letrados que han promovido la iniciativa, al hecho de que Cantó no tenga familia que se interese por el caso.

José Antonio Cantó tenía las facultades mentales perturbadas y, desde 1970, había ingresado varias veces en el hospital psiquiátrico de Málaga con una esquizofrenia residual. El vagabundo era conocido también entre el personal de los servicios sociales del Ayuntamiento de Málaga. Desde hacía varios meses vivía en un local desocupado en un edificio de la avenida de Carlos Haya, lugar donde mató al policía municipal José Luis Herrera Gálvez cuando éste intentaba quitarle una carabina de aire comprimido con la que disparaba en plena calle.

Por otra parte, ayer se presentó en el Ayuntamiento de Málaga una reivindicación firmada por la Coordinadora de Vagabundos y Transeuntes. En el escrito se reivindicaba un lugar donde poder dormir diariamente, donde poder comer y donde se pueda aprender un oficio.

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