Félix de Azúa: "La literatura es lo que la gente lee"
El escritor barcelonés obtiene el Premio Herralde de novela, con 'Diario de un hombre humillado'
El escritor barcelonés Félix de Azúa fue proclamado ayer ganador del V Premio Herralde de novela, dotado con un millón de pesetas, que convoca la editorial Anagrama. La obra ganadora se titula Diario de un hombre humillado y describe un viaje hacia la trivialidad que culmina en la creación literaria. Félix de Azúa ha empleado cuatro años en escribir la obra y afirma: "La literatura es lo que la gente lee". Jorge Bonells y Roberto Fernández Sastre quedaron finalistas con igual mérito.
Félix de Azúa nació en Barcelona, en 1944. Actualmente es profesor de Estética en la Escuela Superior de Arquitectura. Su última novela publicada, Historia de un idiota contada por él mismo o el contenido de la felicidad (Anagrama) va por la octava edición.Pregunta. La novela ganadora es la historia de un personaje que quiere ser banal. ¿Qué es la baialidad?
Respuesta. Él, que en principio ha tratado de escapar de la literatura, ha dicho "basta, se acabó, ahora la vida", acaba volviendo a la literatura y, en la parte final, la va recuperando porque ya se ve que va a escribir. Entonces, el planteamiento de la banalidad, al comienzo, es afirmativo: la vida misma, el principio biológico. Pero es mentira, es querer el no querer, todavía una voluntad de orden, una soberbia mayor. Y va avanzando sobre esto hasta llegar a su autodestrucción, hasta volver a empezar otra vez en la literatura. Y la banalidad afirmativa del principio, que era voluntad de poder en estado puro, es la misma banalidad del final que es imposibilidad de que la estructura de la voluntad produzca absolutamente nada sino es esa otra banalidad que es un recurso a la escritura, a la literatura o a lo que sea.
P. La literatura o lo que sea, pero ¿qué es la literatura?
R. Esa es una pregunta brutal, En realidad, quienes responden a esa pregunta son los lectores. Los que escriben no tienen la menor idea de lo que es la literatura. Si son realmente escritores, actúan por mera necesidad. No por unas convicciones o conceptos o una teoría, sino por necesidad. Los que sí determinan la teoría son los lectores que eligen unas cosas y rechazan otras. Y es a partir de esa elección y ese rechuzo como se va definiendo la literatura que es cambiante. Pero son los lectores los que resuelven la pregunta y, además, de un medo fáctico. Sin posibilidad de que el autor diga "no, no, se equivoca, la literatura es otra cosa" La literatura es lo que la gente lee.
El escritor
P. Y lo que el escritor escribe, ¿qué es?
R. Pues es un producto casi natural porque, hasta el siglo XVIII había alguna posibilidad de que los elementos de juicio fueran coherentes. Esto significa que había un pequeño grupo dentro de la sociedad que sabía perfectamente cuales eran sus necesidades y habla unos artesanos que producían conforme a esas necesidades. Después de la revolución francesa eso se trastoca por completo y el que produce esa que llamamos arte en general actúa por libre.
P. Además, lo r'eivindica.
.R. Y lo reivindica. Pero claro, si entras en un mercado de libre oferta, la decisión final no está en manos del oferente, sino del demandante. Claro está, el oferente puede crear su propio público. Puede decir "yo no es que quiera escribir una novela, lo que quiero es que aparezca un tipo de lector determinado". Kafka, por ejemplo, Beekett, ¿qué más da?, cualquiera de éstos. Es una apuesta muy fuerte que a veces funciona y a veces no. Cuando funciona decimos "la literatura es Kafka". Pero hay muchos kafkas que no han funcionado.
En primera persona
P. Una vez má utiliza usted la primera persona.
R. Desde un punto de vista estrictamente literario, lo que más me interesaba era jugar esa tensión con la primera persona. Una persona poco utilizada. Te la encuentras sólo en memorias, en diarios, pero es difícil encontrarla en novelas. Y tienes enormes dificultades. Yo casi me he especializado y cuanto más -la trabajo más a gusto me encuentro. Produce problemas porque la gente lo interpreta como biográfico, pero los problemas técnicos que plantea la primera persona son apasionantes porque tiene que estar siempre presente en todo lo que aparece; ha de estar en contacto con muchos personajes y tiene que hablar con ellos para que la cosa surja en el texto; pero aunque ha de ser omnipresente, no puede ser de verdad omnipresente por que entonces sale una cosa tontísima, monótona y pobre. Hay que emplear trucos rarísimos para que el lector quede informado de cosas que el propio narrador no sabe. Por ejemplo, ¿cómo informar al lector de que el narrador, aunque cree que dice la verdad, está mintiendo? Es el problema de Platón, aquel de cómo se pueden decir mentiras si todo logos es verdadero.
P. Diario... es una novela urbana en la que Barcelona juega un papel esencial.
R. En la prímera parte de las tres que forman la novela. Barcelona es el escenario; en las otras dos partes, aunque se reduce el ámbito, lo que sigue intacto es el escenario espiritual de la ciudad. Ahora bien, no es la Barcelona histórico biográfica de todos, es la ciudad que tengo yo a mano y es trasladable a cualquier tipo de conurbación. Lo que sí es, es una novela urbana.
P. La novela ofrece una visión crítica de la clase dirigente catalana.
R. Clase dirigente catalana no es exacto. Las relaciones que pude mantener yo o cualquier individuo de mi generación antes eran con la clase dirigente en general y en abstracto, la clase dirigente española. Ha sido a raíz del nacionalismo cuando han coincidido la clase dirigente española y la catalana. Son la misma.
Babelia
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