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Mitterrand niega toda vinculación con las ventas ilegales de armas francesas a Irán

Lluís Bassets

El presidente francés, François Mitterrand, salió ayer al paso de los escándalos que están sembrando la vida política francesa y especialmente del llamado caso Luchaire, nombre con el que se conoce el caso de la venta ilegal de 450.000 obuses a Irán, bajo Gobiernos socialistas. Mitterrand, en unas largas declaraciones radiofónicas, rechazó toda responsabilidad en la venta ilegal, reivindicó como decisión suya la prohibición de venta de armas a Teherán y aseguró que podía "poner la mano en el fuego" por la honorabilidad del partido socialista.

El presidente de la República, que anunció también una iniciativa destinada a controlar y regular la financiación de las campañas electorales, adoptó una actitud firme pero a la defensiva, en todas las preguntas sobre las ventas ilegales de armas. No quiso responder a las sospechas propaladas por sus enemigos políticos con nuevas sospechas dirigidas contra la derecha, como esperaban ciertos sectores. En sus respuestas evitó la acidez contra su primer ministro conservador, Jacques Chirac, y siguió dorando su imagen de presidente del diálogo y de la cohesión entre los Franceses.Mitterrand reconoció que dió su autorización para la venta de repuestos de armamentos, de importancia menor, a Irán in 1981 y 1982, para cumplir contratos anteriores que habían sido ya pagados. Aseguró 4ue, a continuación, él personalmente dio la orden de cesar todo envío de armas a Teherán y reconoció que fue informado por el almirante Pierre Lacoste, Jefe de los servicios secretos, de sus sospechas sobre la posibilidad de una venta ilegal de obuses a Irán- Mitterrand le indicó que se las comunicara al ministro de Defensa de entonces, Charles Hernu, y él, por su parte, realizó la misma gestión. El presidente de la República aseguró que no era su función constitucional velar y seguir personalmente la libranza de permisos de exportación.

"Terminen de una vez"

Mitterrand realizó, en cambio, un llamamiento en tono muy grave para que cesara la explotación de estos casos por los profesionales de los escándalos. "Terminen de una vez con estos métodos que perjudican a la República entera, a cada uno de ustedes, terminen", dijo dirigiéndose a estos políticos. El presidente se mostró partidario de que la venta de armas, en la que se había incumplido una orden suya, fuera aclarada totalmente, pero por la justicia.Sobre el llamado informe Barba, que incrimina al ex ministro socialista Charles Hernu y a varios altos funcionarios, aseguró que "la manera como ha sido divulgado, cuando ya había empezado la instrucción judicial, es también un asunto de Estado". Agregó que "la forma como ha sido explotado, principalmente en relación con el Partido Socialista, es una gran estafa moral".

El informe Barba dejó caer la sospecha de que el Partido Socialista había cobrado una comisión de tres millones de francos (unos 60 millones de pesetas) por las ventas ilegales.

Mitterrand afirmó que había preguntado al Gobierno si el tráfico hacia Irán había seguido después del 16 de marzo de 1986, cuando los conservadores llegaron al poder. "El primer ministro me dijo que no ha habido nada y yo le creo", aseguró. "Pero no tengo medios para comprobarlo", añadió.

La pasada semana, varios medios de comunicación franceses aseguraron que las ventas ¡legales habían proseguido, el primero de todos el semanario Le Canard Enchainé.

La agencia France Presse, interpretando una información publicada por EL PAÍS, difundió el jueves un despacho en el que se aseguraba que Luchaire había seguido vendiendo armas a Irán

EL PAIS, que se limitaba a explicar la conexión entre el caso Luchaire y varios casos de venta ilegal detectados en España, publicaba una lista de barcos que: habían traficado desde Cherburgo, a través de puertos españoles, hacia la zona sospechosa del golfo Pérsico y aseguraba a continuación con toda claridad que "no queda establecido, sin embargo, que las municiones exportadas ilegalmente sean francesas".

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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