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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Consultas italianas

LOS CINCO referendos celebrados el domingo pasado en Italia, tres sobre la energía nuclear y dos sobre la responsabilidad de los jueces, han tenido lugar en un clima de relativo desinterés. Durante mucho tiempo, la Democracia Cristiana (DC) consideró que esas consultas escondían una maniobra tendente a provocar su derrota frente a los demás partidos, que intentarían sacar ventaja de ello a la hora del reparto del poder en la coalición gobernante. La estrategia de la DC contra esa posibilidad dio como resultado el nombramiento de Goria como nuevo presidente del Gobierno. Por otra parte, la DC aceptó el sí en dos de las tres preguntas relacionadas con la energía nuclear, sabiendo que sólo el 3% de la energía producida en el país tiene ese origen y que la última palabra sobre la cuestión seguía correspondiendo al Parlamento. Ello ha restado importancia a los referendos nucleares, concentrándola en la cuestión de la responsabilidad de los jueces, convertida por Craxi en caballo de batalla para ajustar cuentas con una magistratura a la que considera dotada de excesivos poderes y privilegios.Los resultados tienen una lectura compleja, porque casi todos los partidos habían pedido el sí, lo que permite que todos puedan proclamarse satisfechos. Pero hay satisfacciones de muy diverso grado. La DC -que había pedido el no sobre una de las preguntas nucleares, la referente a la participación de empresas italianas en centrales ubicadas en el extranjero- ha sufrido un fracaso serio: los votos negativos representan el 29%, cuando han sido el 20% en las otras preguntas. Una diferencia que, comparada con el peso electoral de la DC, indica una pérdida de influencia de ésta. En cambio, el éxito de Craxi es indiscutible, ya que el voto sí a la pregunta sobre los jueces es semejante al obtenido por las preguntas orientadas a frenar la energía nuclear. Ello determinará un reforzamiento del Partido Socialista en los conflictos que agitan al Gobierno Goria.

Las consultas del domingo obligan a matizar la opinión favorable que -en base a la anterior experiencia italiana, a propósito del divorcio y el aborto- existía en algunos medios progresistas europeos sobre la eficacia de los referendos para resolver cuestiones políticas de gran impacto social. Los referendos han reflejado una voluntad mayoritaria, 80% contra 20%, contraria a la energía nuclear y favorable a la responsabilidad de los jueces. Pero la abstención ha sido la mayor jamás registrada en Italia. Ello puede atribuirse a tres factores: primero, las preguntas eran enrevesadas. Segundo, la mezcla de dispares contribuía a crear un clima de confusión. Pero, sobre todo, la eficacia de unos referendos que abrogan unas leyes, pero sin decidir una alternativa, no era decisiva.

En Italia se desarrolla un debate sobre las reformas precisas para dar más efectividad a la representación de la voluntad de los ciudadanos. A ello se agrega, en la izquierda, la discusión sobre la conveniencia de potenciar formas de democracia más directa, menos mediatizadas por los partidos, que logran controlar por completo los candidatos para las elecciones y luego el funcionamiento del Parlamento. Los referendos aportan ciertos correctivos a esos defectos. Pero la última experiencia demuestra que no constituyen, ni mucho menos, una panacea.

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