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CONVULSIONES EN EL MUNDO ÁRABE

Ben Alí libera al ex líder sindical Achur, principal preso político de Túnez

El veterano líder sindical Habib Achur, el más significativo preso político del extinto régimen de Habib Burguiba, fue puesto ayer en libertad total por orden expresa del nuevo presidente tunecino, general Zine el Abidin Ben Alí. La medida ha sido acogida con generalizada satisfacción. Achur, de 74 años, medio ciego y sordo, cumplía una condena de siete años, aunque en su domicilio y bajo vigilancia policial, debido a su delicado estado de salud.

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La libertad de Achur, condenado en 1985 por una "mala gestión" de los fondos de la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), supuesto delito en el que se apoyó Burguiba para desacreditarle públicamente y borrarle de la escena política, se ha producido coincidiendo con la vuelta a Túnez del primero de los exiliados en el extranjero: el ex ministro del Interior, Dris Guiga, que tuvo que dimitir y huir a París tras la revuelta del pan en enero de 1984, que provocó 84 muertos. Guiga regresó en la noche del domingo a su país, donde es ya un hombre libre.Tanto la libertad de Achur como el regreso de Guiga, corrieron ayer, a modo de comentario enfervorizado, por los despachos de la Administración y los bufetes de abogado en los que se refugia la oposición política. En unos y otros se llegaba a una misma conclusión: son los primeros síntomas esperanzadores de que el país está cambiando y de que las intenciones democratizadoras de Ben Alí comienzan por satisfacer las demandas populares de reconciliación nacional. La amnistía reiteradamente pedida por los tunecinos, apenas horas después del cambio de régimen, llega temprano y en forma de indulto caso por caso, se aseguraba ayer en medios oficiales.

El aniquilamiento político de Achur por Burguiba supuso la muerte del sindicalismo reivindicativo en este país magrebí, que un día se vanaglorió de estar a la cabeza de África en cuanto a logros sociales. Achur y Burguiba sellaron en 1981 un pacto para que la UGTT y el Partido Socialista Desturiano (PSD) concurrieran juntos en los comicios de ese año. El viejo león sindical, como se conoce en Túnez a Achur, pronto pasó a la disidencia al comprobar que Burguiba, en su senilidad, quería un sindicato domesticado, mientras en la calle la gente clamaba por una subida de salarios, congelados después de varios años.

Burguiba abandona el palacio

Burguiba abandonó ayer el palacio presidencial de Cartago -que queda libre para el nuevo inquilino Ben Alí- en dirección a Mornag, a 50 kilómetros de Túnez, donde se encuentra su antiguo palacete de otoño. Sin embargo, el destino final del presidente va a ser una nueva residencia oficial, recién construida en la carretera de Menzel Chaker, en las proximidades de Sfax, donde se pretende que pase sus últimos días de forma digna y rodeado de sus recuerdos, entre ellos sus condecoraciones y las dos fotografías con dedicatoria que le han acompañado durante años en su mesa de despacho presidencial: la de sus amigos franceses, ya fallecidos, Charles De Gaulle y Pierre Mendes France.En medio de estos acontecimientos, la clase política centra su atención en tomo a Mohamed Mzali, el primer ministro que más tiempo permaneció en el del finato de Burguiba. Su mujer, Fathia Moktar, ex ministra y ex diputada hasta el pasado año, reapareció públicamente el sábado en la ceremonia de toma de posesión constitucional de Ben Alí, donde ocupó lugar destacado junto al nuevo presidente. Medios oficiales aseguraban ayer que la rehabilitación de la familia Mzali se puede dar ya por comenzada: primero se levantará la orden que prohibía obtener el pasaporte a Fathia y sus seis hijos, luego se espera el excarcelamiento de su yerno, y por último se especula con la vuelta del ex primer ministro, que tuvo que huir a Irlanda hace unos meses ante la insistente presión que para su extradición ejerció internacionalmente el anciano Burguiba ante las autoridades de Suiza, su anterior lugar de exilio.

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