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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sentados o de pie

Le reconozco gracia e ingenio a la columna del señor Cueto -El 4%-, aparecida en EL PAÍS del pasado 16 de octubre, pero considero también que falsea y daña la imagen de colectivos ya bastante mal tratados en esta sociedad y en este país.El autor identifica funcionariado y burocracia, juega con las palabras y también con los estereotipos. Seamos serios. Muchos hemos leído a Galdós. Algunos parecen creer que aún estamos en sus tiempos. En tiempos de Galdós y, ¡cómo no!, "allá por 1745", el Estado no ofrecía ningún tipo de servicio al ciudadano. Habría que esperar y luchar mucho -barricadas incluidas- para llegar a eso. Quizás en aquellos tiempos funcionario, burócrata, paniaguado de caciques diversos y parásito -el señor Cueto, lo sugiere muy finamente- pudieran haber sido sinónimos.

A veces los parásitos lo eran a falta de un trabajo digno -ni tan sólo hoy se ha conquistado todavía el derecho al trabajo- y su parasitismo podía ser muy triste. Reléase Miau. Hoy algo ha cambiado. Funcionario es todo aquél que trabaja para el Estado. La mayor parte, en los servicios públicos. De pie, la mayoría. Y en condiciones duras, muchos.

Hace casi 12 años que soy funcionaria como profesora en un centro público de bachillerato y conozco las condiciones en que trabajamos algunos miles de nosotros. De pie, desde luego, en las horas de clase. Cuarenta alumnos por aula, ni uno menos. Doscientos alumnos en total. Veinticinco horas en el centro entre clases, guardias, tutoría, visita de padres y trabajos diversos. Para corregir lo que 200 chicos producen trabajando como un profesional que pretenda estimular un mínimo sus capacidades, más la preparación del material de trabajo en clase, más las lecturas complementarias indispensables, las 15 horas que faltan para las 40 semanales no alcanzan muchas semanas.

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¿Vacaciones? No tenemos -cosa que muchos padres ignoran- tantas como los alumnos: dos meses, que en parte hay que invertir en estudiar( ... ), porque sólo en vacaciones puede uno leer con calma, asimilar, reciclar, para que reviertan en los alumnos, las novedades que van apareciendo o las no novedades a las que no se llegó a tiempo. ¿Dinero? Un profesor que esté en los inicios de su carrera, sin trienios, no llega a las 120.000 netas al mes, y los trienios están en cifras redondas por las 3.000 pesetas. Las pagas extras no son dobles, porque no todas las partidas que integran nuestro salario se duplican. ¿Aumentos? Yo cobro este año 1.000 pesetas más al mes que el pasado. Por si fuera poco, nuestras herramientas de trabajo no las pone la empresa, sino que debemos comprar de nuestro sueldo los libros imprescindibles para estar al día, todo el mundo sabe a qué precios.

Supongo que cualquier otro funcionario de cualquier otro servicio público podría decir otro tanto de sus condiciones de trabajo. Así que sólo un par de cosas más. Siempre he creído que al colectivo profesional del que formo parte se le puede aplicar aquello de "cornudos y apaleados". El último palo, por ahora, ha sido el del columnista señor Cueto, aunque de refilón aluda a la existencia de funcionarios ni contaminados ni contaminantes. La última, una pregunta. ¿Paren los articulistas sus columnas de pie o sentados?-

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