_
_
_
_
_

Franju, un gran cineasta desconocido

El pasado jueves día 5 murió el cineasta francés Georges Franju, a la edad de 75 años.Era casi un desconocido en España. Aunque algunas de sus películas se estrenaron aquí -por ejemplo, La cabeza contra los muros (1958), Ojos sin rostro (1959), Relato íntimo (1961) y Judex (1962)-, sólo la última alcanzó alguna, aunque no mucha, audiencia. Se destinó a Georges Franju al gueto de los raros y los exquisitos, y este sambenito le cerró, al menos en España, el camino del gran público.

Su obra, su irregular obra, que incluye bastantes filmes decepcionantes y unos pocos magistrales, se escinde, casi mitad por mitad, entre largometrajes de ficción y cortos y mediometrajes, en su mayor parte de tipo documental, aunque en alguno de ellos bajo el documento aparecen de pronto poderosas ficciones y metáforas que hicieron de esta parte de su obra, quizás la más intensa, una magnífica averiguación en las posibilidades poéticas de la imagen.

Fue Georges Franju un prototipo de estudioso del cine, de cinéfilo dedicado, pero ya en su madurez, al cine activo, a la profesión cinematográfica. Perteneció a la generación de Henri Langlois, y junto con él y con Jean Mitry fundó, el 9 de diciembre de 1936, la justamente célebre Cinemateca de París, que Langlois se encargó más tarde de convertir en un modelo de investigación y divulgación cinematográfica envidiado e imitado en todo el mundo. Dos años antes, en 1934, realizó su primer cortometraje, El metro, compartiendo la dirección con el propio Henri Langlois.

Pero su labor de cineasta se interrumpió totalmente después de este primer trabajo, y hay que esperar 15 años, hasta 1958-1959, para encontrar la fecha de su segundo filme, un mediometraje titulado La sangre de los animales, que es sin duda su obra maestra y uno de los filmes fundamentales -pese a que es un trabajo casi desconocido fuera de los círculos especializados- de la historia del cine europeo.

Obra tensa

Judex, su largometraje más famoso, es obra muy tensa, bien acabada y de apasionante fantasía y sutileza. Es un homenaje al gran pionero francés Louis Feuillade, y compone en él un extraño e inquietante poema negro, difícilmente equiparable con cualquiera otro.Pero La sangre de los animales, durísima y apasionante metáfora sobre la violencia que se esconde bajo la confortable paz de los hombres bien alimentados, arrancada de atroces imágenes del sacrificio de reses en los viejos mataderos parisienses de la Porte de la Villette, es uno de los sucesos cinematográficos que más terrible y hondamente penetran en los abismos de nuestro tiempo y una página imperecedera del cine en cuanto aliado de la libertad.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_