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Una avería en el avión obligó a Felípe González a pernoctar en la ciudad ecuatoriana de Guayaquíl

Una avería en el avión que le transportaba a México, inicialmente calificada como "sin importancia" por personas del séquito que acompaña al presidente del Gobierno español, obligó en la madrugada de ayer a Felipe González a pernoctar en Guayaquil (Ecuador), donde debía realizar una simple escala técnica, tras seis horas y media esperando en vano la reparación del desperfecto en el DC-8 presidencial

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ENVIADO ESPECIALEl presidente Felipe González llegó felizmente a México a las 21.30 horas (12.30 hora local), quince horas después de lo previsto. Durante el vuelo González intentó minimizar el incidente, aunque admitió que "puede" que le estropee la imagen de to do el vieje por Latinoamérica.El comandante del avión, el teniente coronel Alfonso Carvajal, explicó durante el vuelo hacia México que se habían dado cuenta de la avería poco antes de aterrizar en Guayquil, pero no dijeron nada porque no había ningún peligro, y señaló que los fallos eran "mala suerte". Este aparato es similar al que, a causa de una pérdida de aceite, forzó en octubre al Rey a retrasar un día su regreso de EE UU.Aunque otros miembros de la tripulación señalaron que era el mismo avión que el de la base de Andrews (California), Carvajal dijo que era otro DC-8. Asimismo manifestó que este fallo es ', normalísimo" y se produce por una pérdida de presión hidráulica y admitió que habían tardado en localizar el lugar exacto de la avería que afectaba al tren de aterrizaje. Al final tuvieron que poner una bomba en el sistema hidráulico, prestada de un DC-8 ecuatoriano.Después de permanecer 15 horas en Guayaquil, y una vez arreglada la avería, el DC-8 de la Fuerza Aérea Española despego hacia México a las doce del mediodía hora local (cinco de la tarde hora peninsular). La breve visita de Felipe González a México se verá alterada sobre el programa inicial, y hoy después de sus encuentros con el presidente Miguel de la Madrid y con el candidato presidencial, Salinas de Gortiri, el jefe del Gobierno regresará a Madrid.González había bromeado, poco antes de llegar a Guayaquil desde Montevideo a las nueve de la noche, hora local (tres de la madrugada, hora peninsular), acerca de posibles averías en el viejo DC-8 de la Fuerza Aérea Española, que pronto debe ser sustituido por un Boeing 707 también de segunda mano.Las chanzas iban a convertirse en dura realidad cuando, dos horas después de haberse iniciado una escala técnica que ya comenzaba a resultar alarmantemente larga, un funcionario de Presidencia anunciaba que el DC-8 sufría "una pequeña avería" en el sistema hidráulico de una de las turbinas, lo que provocaría un "ligero retraso".

Para entonces, el presidente ecuatoriano, el conservador León Febres Cordero, que se había trasladado desde Quito para saludar a González, había aprovechado el tiempo, convocando una conferencia de prensa improvisada y retratándose -en época preelectoral- junto a González para la televisión local (aunque Febres no concurre a las elecciones, sí lo hace su partido).

Las espléndidas vituallas, consistentes en langosta y toda clase de mariscos, preparadas para la breve escala técnica, se habían acabado hacía rato. Y, lo que era peor para los periodistas, no había teléfonos ni permiso para abandonar el sector militar del aeropuerto. A regañadientes, un brigadier del ejército del aire ecuatoriano acabó autorizando, en medio de no poca tensión y muestras de impaciencia, que un grupo de informadores de radio utilizase su despacho "durante unos minutos", y sólo tras un ruego personal del propio Febres, para comunicar con sus redacciones.

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Viajar con Iberia

A las tres de la madrugada, hora local (nueve de la mañana, hora peninsular), el director de organización de la Moncloa, José Rodríguez-Spitteri, comprobaba que la avería no podría ser reparada a tiempo y que las cuatro horas de vuelo entre Guayaquil y México deberían ser cubiertas por la mañana. Las 84 personas que viajan con González comenzaron entonces a abandonar el aeropuerto, no sin encontrar nuevas trabas militares para permitir la salida a la ciudad sin visados. Cuando la prensa abandonaba el aeródromo, la guardia que había acudido a rendir honores a Felipe González seguía formada.También ayer de madrugada, un Febres Cordero visiblemente agotado, aburrido y somnoliento, ofreció a Felipe González un avión para trasladarse a México por la mañana en caso de que el DC-8 no estuviese reparado. Y un González no menos cansado, aunque tratando de parecer animoso, aseguraba que, pese a no existir riesgo, se buscará "otra solución, tal vez el alquiler de un avión de Iberia", para el transporte de los Reyes en su próxima visita, a mediados de este mes, a Tailandia y Nepal.González justificó el que los dos DC-8 encargados del transporte de altas personalidades vayan a ser sustituidos por aparatos Boeing 707 de prácticamente la misma antiguedad que los primeros en el hecho de que no existe oferta de aviones nuevos adecuados en el mercado.

Funcionarios de Presidencia llegaron a considerar seriamente, a la vista de las circunstancias, incluso la posibilidad de suspender la visita de Felipe González a México, última etapa del periplo presidencial a tres países latinoamericanos.

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