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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La raiz de la 'perestroika'

A PESAR de que está dedicado en buena parte a un recorrido de la historia de la URSS desde la revolución de 1917, el discurso pronunciado anteayer por Gorbachov para conmemorar dicha revolución es fundamentalmente político. Todo su contenido, incluso la presentación de los hechos históricos y los juicios sobre personalidades del pasado, está condicionado por la dura batalla del secretario general por llevar adelante la perestroika. La importancia de ésta para el futuro de la URSS ha sido subrayada con más fuerza que nunca. Gorbachov ha dicho, de modo rotundo, que la perestroika nació como una necesidad insoslayable de la sociedad soviética para superar el retraso gravísimo en que se hallaba después de la etapa de Breznev. Y ha insistido en que los tres próximos años serán "complicados, decisivos y críticos".Llama la atención, en el discurso, la insistencia especial que se pone en definir a los enemigos de la perestroika. Básicamente son las fuerzas conservadoras, y Gorbachov no disimula que considera decisivo descubrir esas fuerzas y neutralizarlas. Advierte que su resistencia está creciendo, que se presentan como " guardianes de los principios ideológicos" y que se manifiestan no sólo en los órganos de dirección, sino también en sectores de trabajadores. A la vez criticó a los impacientes que querrían quemar etapas y a los que invita a ejercer "el arte del autocontrol revolucionario". En estas palabras hay alusiones no explícitas a miembros del Buró Político, un Ligachov dedicado a registrar los reveses, un Eltsin impaciente porque las cosas no van bastante deprisa.

En esta coyuntura, en que seguir adelante con la perestroika exige una lucha política compleja, Mijail Gorbachov ha abordado los problemas de la historia de la URSS con la voluntad evidente de causar un mínimo de disgustos e indignaciones en el aparato comunista y entre la población. La historia tiene en la URSS un valor muy distinto que en otros países, porque es materia reservada, y cada secretario general ha criticado o condenado a su antecesor, imponiendo su propia versión en una especie de catecismo que es la Historia del PCUS, texto oficial que se estudiaba incluso en la enseñanza superior.

El punto tan delicado del juicio sobre Stalin, Gorbachov lo trata combinando crítica y elogios. La condena de las represiones de los años treinta y de la posguerra es inequívoca: "Es inmensa e imperdonable la culpa de Stalin". En vísperas del aniversario, en el agitado Comité Central de finales de octubre, se decidió reanudar las rehabilitaciones de víctimas del estalinismo, iniciadas por Jruschov y que Breznev interrumpió. Ha sido, sin duda, la solución para evitar que se hagan públicas divergencias sobre este tema entre miembros de la dirección. Por otra parte, Gorbachov ha valorado positivamente el papel de Stalin no sólo en la II Guerra Mundial, sino en momentos nefastos de su trayectoria, como la colectivización del campo, impuesta por la fuerza a los campesinos, y cuyas tristes secuelas siguen afectando a la agricultura soviética. Un criterio prioritario parece condicionar el recorrido histórico de Gorbachov: no poner en cuestión las opciones fundamentales hechas por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS); en sí fueron justas, si bien luego dieron lugar a errores, abusos y represiones flegales.

El punto más llamativo del repaso histórico ha sido la referencia a Trotski y a Bujarin, con durísimas críticas al primero, pero en un contexto de lucha política, y no de actividades criminales. Es algo que nadie había hecho desde hace mucho tiempo en un discurso oficial, ni siquiera Jruschov. Hay que recordar que Bujarin fue ejecutado como espía del imperialismo, y que iguales calificativos merecía Trotski en el momento de su asesinato por los servicios secretos estalinianos. Gorbachov ha buscado, sin duda para proteger su audacia al hacer esas menciones, dos citas de Lenin, matizada sobre Bujarin, durísima sobre Trotski. Podría haber encontrado otras de signo opuesto. Pero hacía política, no indagaba la verdad histórica.

Las reacciones ante el informe no serán negativas en los círculos dirigentes del aparato soviético. A Gorbachov le interesa que la lucha contra los enemigos de la reforma se desarrolle en torno a los problemas actuales, y no a temas ideológicos o históricos. Pero uno de los apoyos esenciales de la perestroika hoy se encuentra entre los intelectuales renovadores. En esos medios se han adelantado, en reuniones y publicaciones, planteamientos históricos que van mucho más lejos de lo dicho por Gorbachov sobre las proporciones de la represión de Stalin, sobre el papel de Trotski y Bujarin y sobre otras cuestiones. Sería negativo que, después del informe de Gorbachov, no siga una investigación libre, un debate sobre el pasado abierto, entre diversas opiniones. Es una condición decisiva de la glasnost.

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