_
_
_
_
_

Un pacifista sembró el pánico en la clausura del sínodo al dirigirse al Papa

Juan Arias

El sínodo de obispos, que durante un mes ha discutido acaloradamente el papel de los laicos en la Iglesia, acabó ayer con un momento de pánico cuando, durante la solemne ceremonia de clausura, un hombre delgado, de barba rubia, de unos 50 años, dio un brinco en la basílica de San Pedro saltando la valla que durante la misa separaba a los fieles del Papa. La policía vaticana logró atraparlo antes de que llegase al altar, pero obispos y fieles estaban aterrorizados ante el temor de que pudiese estar armado y disparar contra Juan Pablo II

Más información
El jefe de información ignoraba la 'ley de silencio'

El detenido resultó ser un personaje ya conocido en este tipo de acciones, el ingeniero norteamericano, antinuclear y pacifista, Thomas Siemers Kjran, nacido en Colombia (Ohio) y que en 1976 había dejado la fábrica de armas Rokwell International Missile Division tras una crisis de conciencia. Kjran había sido previamente protagonista de una epopeya singular: publicó y distribuyó en todo el mundo un ejemplar facsímil del L'óbsservatore Romano con una encíclica imaginaria de Juan Pablo II. En dicha encíclica, el papa Wojtyla habla de algunas profecías, que le han hecho "almas" privilegiadas, que se refieren al peligro de una guerra nuclear y al papel que este Papa está llamado a realizar en la Iglesia para "completar la enseñanza de Cristo".

Pasado el momento de pánico, Juan Pablo II pronunció ante el pleno del sínodo, presente en la misa solemne, una homilía con el que se puso punto final a un sínodo caracterizado por el mutismo informativo. Al final un documento con las conclusiones definitivas votadas por los obispos y entregadas en secreto al Papa acabó vendiéndose "por cuatro perras" en la misma sala de prensa vaticana. El Papa publicará un documento oficial con estas conclusiones.

Juan Pablo II dijo en su homilía que este sínodo deberá ser "un modelo" de los que vendrán, que se ha realizado en la "fidelidad al concilio" y que había que dar gracias por haberse desarrollado, dijo, "con una inclinación hacia la modernización, pero sin deformaciones ni rupturas, y sin haber manipulado nada el patrimonio de verdad y de santidad del Maestro".

Durante este mes, la Prensa de todo el mundo ha utilizado el vocablo laico o seglar para referirse al pueblo llano y distinguirlo de la condición de sacerdote. Esta palabra parece no agradarle a Juan Pablo II, por eso usó ayer por primera vez los términos "fiel laico".

El Papa fue muy explícito al referirse a estos laicos, de quienes tanto han discutido los obispos. Dijo que lo que les distingue "no es un algo más de dignidad, sino más bien una especial habilitación complementaria para servir". Añadió que los carismas del laico son sólo "riquezas complementarias".

De este modo ha quedado de nuevo zanjada, según la más vieja teología, la distinción de rango entre las dos castas en la Iglesia: por una parte, los sacerdotes, que son los que continúan teniendo el poder y los fieles laicos, destinados a "servir".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_