Variedad y buena calidad en la programación
Al contrario que en los grandes festivales competitivos, donde transcurren días enteros sin nada atractivo en la programación, en esta pequeña Semana de Valladolid no hay jornada en la que no se proyecten varias sesiones interesantes, de las que crean amor al cine. Sin comercio de películas y sin el escaparate de glamour que lleva consigo ese comercio, la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) concentra su esfuerzo únicamente en atraer espectadores a sus salas y ofrecerles en ellas buen y variado cine.
Desde la sección Tiempo de Historia, que contiene entre otros los legendarios documentales sobre la II Guerra Mundial realizados por Frank Capra entre 1942 y 1945, con el título ¿Por qué combatimos?, hasta la retrospectiva de la obra del cineasta francés Louis Malle, cuyo último filme Au revoir, les enfants será exhibido esta noche en una sesión especial, la decena de salas de la Seminci proyecta casi ininterrumpidamente películas de ayer y de hoy, muchas de las cuales tienen todo el aspecto de ser caminos para el cine de mañana.
Retrospectiva
La retrospectiva dedicada al 75 aniversario de los estudios Paramount de Hollywood, que incluye películas fundamentales de la historia del cine norteamericano, como Macho y hembra, de Cecil B. DeMille, Los muelles de Nueva York, y Una tragedia humana, de Josef von Sternberg, y Una mujer para dos, de Ernst Lubitsch; la sección dedicada al escritor de cine Rafael Azcona; el Punto de Encuentro, donde convergen los escasos filmes recientes que buscan la investigación formal, entre ellos dos grandes obras de Andrei Tarkovski desconocidas en España, El espejo y Nostalgia; la obra completa (cuatro títulos) del cineasta soviético Alexei Guerman, e incluso la propia sección oficial, que está abierta a películas que ya han concursado en otros festivales, dan ocasión a que se cree aquí un clima muy propicio para contemplar cine y dejar de lado los añadidos mundanos y circenses que acompañan a este buen arte, hoy en grave crisis de inventiva.Esta crisis se hizo patente ayer en las dos películas presentadas en la sección oficial, una de ellas, la argentina Made in Argentina, extraída de una obra teatral; y la británica Un mes en el campo, que proclama a voces su procedencia de una novela.
La primera, dirigida por Juan José Jusid, fue acogida con poco entusiasmo. En cambio, la segunda, dirigida por Pat O'Connor, gustó. Pero su buena calidad tiene algo de ese espejismo que hoy están creando muchas películas de éxito -por ejemplo, las del famosoJames Ivory- excesivamente deudoras de la narrativa literaria: su carácter de primores ornamentales que encubren un vacío de inventiva cinematográfica, esa que sólo dan a la pantalla los genuinos escritores de cine, es decir, los que trabajan con imágenes antes que con palabras, como Azcona, que se ha convertido con justicia en la estrella de este buen y variado banquete de películas.
Babelia
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