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El aeropuerto de El Prat, al borde del colapso por el incremento de pasajeros

Milagros Pérez Oliva

El incremento de viajeros que se ha producido en el aeropuerto barcelonés de El Prat supera las previsiones más optimistas efectuadas en los años anteriores, con lo que se agrava de forma alarmante el desfase de las actuales instalaciones aeroportuarias, especialmente las de la termina¡, que, a los 20 años de su construcción, se considera obsoleta e insuficiente para albergar a los casi siete millones de pasajeros que este año habrán pasado por ella. La precariedad de las instalaciones provoca el peligro de colapso a la más mínima incidencia, como ocurrió en los recientes temporales de lluvia.

En 1986 utilizaron el aeropuerto de Barcelona 6.205.327 viajeros, lo que representó un crecimiento del 9,94% respecto al año anterior y consolidó una nueva fase de expansión del aeropuerto que puso punto y final a la grave crisis de los años anteriores.A 30 de septiembre de este año, la cifra de viajeros superaba ya en 600.000 a la del año pasado en la misma fecha. En los nueve primeros meses se han alcanzado 5.241.072 pasajeros, de los que sólo 210.072 estuvieron en tránsito, lo que representa un incremento de usuarios del 12,83% respecto a igual fecha del año anterior.

El aumento de vuelos ha puesto a prueba también la capacidad de las pistas de aterrizaje y despegue. El aeropuerto tiene dos pistas, pero utiliza preferentemente una porque la otra está cruzada. La pista principal tiene una capacidad límite de 28 movimientos (aterrizajes o despegues) a la hora. Si se pone en servicio la otra pista al mismo tiempo, la capacidad total sólo se incrementa hasta 30 movimientos / hora, por lo que sólo se utiliza, en realidad, como alternativa a la principal si surgen problemas.

Si la actual tendencia se mantiene, el aeropuerto de El Prat deberá afrontar en 1992 una previsión de entre 8 y 9 millones de pasajeros. A estas previsiones de partida habrá que sumar el reto de los Juegos Olímpicos, que supondrán un incremento de unos 400.000 viajeros de golpe, concentrados en un sólo mes, además de los que generará previamente la preparación de los juegos.

Una terminal desfasada

El rápido incremento de pasajeros ha puesto de manifiesto, de golpe y sin aviso previo, las graves carencias de las instalaciones aeroportuarias, que la crisis había camuflado durante años. Desde que en 1970 se inició el declive del aeropuerto, las condiciones de navegación y los hábitos comerciales han cambiado mucho. Ahora, en los aeropuertos hay horas punta, como en el tráfico rodado, y en El Prat aterrizan 3 aviones de 200 o 300 pasajeros cada uno en apenas seis minutos.Son 600 viajeros de golpe, que han de salir por un par de puertas, que han de esperar largo rato el equipaje porque no hay suficientes cintas transportadoras y que han de disputarse los pocos carritos disponibles, porque si se ponen más en la terminal, hay que sacarles a ellos a la calle.

No hay servicios suficientes ni espacios cómodos y los restaurantes son pequeños y de alto precio. Un estudio reciente ha revelado que los precios son un 14% más caros que en la calle y que doblan los que se cobran en el aeropuerto de Roma o Amsterdam.

Hay algunas incomodidades especialmente incordiantes para el pasajero. Por ejemplo, el tener que soportar la intemperie al subir y bajar del avión y al subir y bajar de un autobús siempre atiborrado, cuando la mayoría de los aeropuertos de la misma categoría dispone de fingers que le permiten introducirse en la nave directamente desde la terminal.

Los vestíbulos y puertas de embarque son totalmente insuficientes. Así se explica la permanente aglomeración de viajeros y el caos que se produce en cuanto cualquier incidencia altera la rutina organizativa, como ocurrió hace un mes, cuando el aeropuerto quedó por dos veces fuera de servicio a causa de las lluvias.

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