Las madres de Managua
Familiares de antisandinistas piden cada semana libertad para los presos
Un grupo de 50 madres y familiares de presos políticos, organizadas en el llamado Movimiento 22 de Enero, se manifestó el lunes, como cada semana, por las calles de Managua pidiendo amnistía y libertad de sus parientes. La mayoría lleva más de ocho años en la cárcel por pertenecer a la Guardia Nacional del derrocado Anastasio Somoza, y otro grupo está formado por los acusados de trabajar con la contra (oposición antisandinista).
El Gobierno de Nicaragua invitó el pasado 15 de septiembre a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA) a que visite el país y examine sobre el terreno las denuncias de violaciones a los derechos humanos. No existen cifras exactas sobre el número de presos políticos en Nicaragua. Tras una comparación de fuentes opuestas, se puede estimar que hay alrededor de 6.000 presos políticos, unos 2.000 somocistas y 4.000 condenados y detenidos por actividades contrarrevolucionarias.Bajo un sol implacable, en la cabeza un pañuelo blanco con el nombre del movimiento, 50 mujeres, en su mayoría de aspecto humilde, marchaban en fila alrededor de una manzana del barrio de Monseñor Lezcano, en Managua. De cuando en cuando, las mujeres sacaban fuerzas, a pesar del calor insoportable, y entonaban cantos religiosos: "Perdona a tu pueblo, Señor, perdona a tu pueblo, perdónale, Señor". En un movimiento de noria, rodean una y otra vez la sede de la Comisión Permanente de Derechos Humanos de Nicaragua, donde se congregan cada lunes. Desde un jeep que pasa, dos hombres gritan a la manifestación: "¡Viva Nicaragua, viva la libertad!'. Otros transeúntes las. contemplan indiferentes.
La última de la fila india es Concepción Salazar, presidenta del movimiento, una comadrona de 55 años, de Tipitapa, que parió 16 hijos, de los que sobrevivieron ocho y sólo dos le quedan en Nicaragua: uno, en la cárcel, y otro, en el servicio militar. Explica la mujer que su hijo Domingo Gamali lleva dos aflos y medio preso "porque le acusa el Gobierno de contra, pero las cosas no son así".
Concepción dice que la seguridad del Estado asesinó a un hijo suyo que tenía 19 años, a la puerta de su casa, el 13 de julio de 1984, "y luego persiguieron a mi otro hijo hasta encarcelarlo". Sin sus hijos, Concepción sobrevive a base de poner inyecciones por la noche "y dos cerditos" que tiene. Niega estar con la contra: "Yo estoy contra lo que me han hecho".
Desde un local próximo, dos hombres de unos 40 años contemplan el paso de las mujeres y dan tantas muestras de apoyo como de intoxicación etílica. Francisco grita: "Si queremos libertad de expresión tiene que salir esa gente,liene que haber un diálogo, porque nosotros estamos prisioneros y necesitamos libertad. Yo soy sandinista, pero esa gente tiene que salir, porque queremos la libertad". A su lado, Roberto corrobora, y, en tono quejumbroso, explica: "A mi chavalo lo sacaron de aquí a Verga para el servicio militar. ¿Por qué razón los hijos de la gran puta, digo yo, no manda Daniel Ortega [solloza] a sus hijos? Sólo mandan a los chavalos de los pobres".
Las quejas de Ivette
María, una estudiante de 22 años, pasa al lado de la manifestación. Lleva una cazuela con frijoles y esboza un gesto de desagrado. Opina que si las mujeres tienen a sus hijos en la cárcel, "por algo debe ser, no porque estén trabajando y sean buenas personas".Al frente de la manifestación marcha Ivette Ruiz, una chica de 22 años, hija de Eichmann Ruiz Briceño, que está condenado a 30 años y lleva en la cárcel desde la caída del somocismo. Asegura Ivette: "El único delito de mi papá fue ser ingeniero agrónomo y darle asesoramiento en las haciendas de altos funcionarios cuando el somocismo". El padre de Ivette tiene 52 años y está en la cárcel Modelo, donde recibe visitas cada 15 días. Dice Ivette: "Si se firmó Esquipulas 2, el tratado significa perdón, libertad". Sobre la contra, asegura: "No podría decirle nada. Yo lo único que quiero es que salgan todos los presos".
René, el propietario de un vecino taller, de 50 años, cree que la manifestación demuestra "que hay libertad para que todo el mundo se exprese. Es una prueba de que se está cumpliendo con los compromisos adquiridos de Esquipulas 2".
[Dos religiosos nicaragüenses secuestrados la semana pasada al noroeste de Managua por la contra fueron puestos en libertad ayer, anunció la organización eclesiástica norteamericana Witness for Peace (Testigos por la Paz), informa la agencia Reuter.]
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