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Crítica:'JAZZ'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Rubem Dantas, brujo rítmico

En algún lugar oculto del espíritu de muchos músicos que se desenvuelven en nuestro país se revela una inquietud constante e imparable por tocar y tocar, por hallar nuevas o diferentes vías de experimentos sonoros, de desahogo artístico, de satisfacción personal. Orgullosos e incansables apoyan a estrellas reconocidas, al tiempo que desarrollan, evolucionan, su propio estilo, siempre a la espera de una escapada, de la oportunidad en solitario. Así, Jorge Pardo ha encontrado salidas felices para grabar su saxo y demostrarse cuánto ha aprendido y asimilado, y Carles Benavent logró el tiempo ansiado para la intimidad de su bajo, para registrar sus canciones. Y Rubem Dantas, que en empeño semejante obtuvo recreo de experiencias con su banda paisana, Frutos Tropicales, entre viaje y viaje, disco y disco, junto a Paco de Lucía, nunca abandonó el sueño de manifestar al público, al español inicialmente, sus intenciones más profundas en la música. Dantas consiguió llenar el lugar de actuación en Malasaña, en el segundo día, con una formación que ya atiende directamente a sus deseos.Es la misma vieja historia que sucedió a músicos estadounidenses surgidos al amparo de maestros consagrados y que al final acabaron por destacarse. ¿Habrá que acordarse del bajo de Stanley Clarke tras los pianos de Chick Corea, o el de Jaco Pastorius a la sombra de los de Joe Zawinul, o la guitarra joven de Pat Metheny, vigilante del vibráfono de Gary Burton, o la de Larry Carlton floreciendo entre sonidos negros funk de Joe Sample y The Crusaders?

Concierto de Rubem Dantas Group

Rubem Dantas (percusiones varias), Joaquín Galindo (saxo) y José Enrique Ferreira (teclados). Sala Elígeme. Madrid, 5 de octubre.

En España nuestros músicos más virtuosos de jazz, de fusión, o como prefiera el aficionado, lo tienen bastante crudo, habida cuenta de la escasa audiencia atenta por sus músicas y las pocas labores que, como consecuencia, han de repartirse. A la hora de probar en solitario, cada músico ha de marchar por su lado, y Dantas ha encontrado un par de colaboradores, Joaquín Galindo al saxo y José Enrique Ferreira a los teclados, que han dejado su mejor sabiduría al servicio del percusionista de Bahía.

Percusión, música total

Rubem Dantas es un brujo virtuoso que con su percusión múltiple, ancestral, causa estremecimiento, provoca imágenes desconocidas, viajes rápidos que se suceden por mil sensaciones. En escena es un niño sonriente que no cesa en la búsqueda de la máxima libertad, la de la expresión rítmica, la de los golpes de mano abierta sobre artilugios metálicos y parches, objetos sonantes en percepción directa al oyente, micrófonos aparte. Rubem, protagonista, aunque no se lo proponga, es el guía que tira de los otros instrumentos hacia armonías y tiempos que hay que presentir, descubrir. Los sintetizadores le acompañan en sinfonismo aéreo o en sustitución de bajos rítmicos suaves. O también caminan lentos mientras Rubem sopla y raspa a la vez una tuba metálica, una vasine, sencilla, pero nada fácil de hacer sonar.El saxo de Joaquín Galindo -un brigada que recibe y despide en la banda del palacio de la Zarzuela a Sus Majestades- puede perseguir en melodía los pasos del percusionista o rendirse ante la avalancha de golpes, ante esa música total, primitiva y absoluta, que es la percusión.

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