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LAS VENTAS

Juan Cuéllar continúa la escalada

Juan Cuéllar es uno de esos 7.749 novilleros -coletudo más o menos- que aspiran a ser el número uno de su escalafón, del superior y del mismísimo olimpo táurico, pero es también uno de los seis o siete del tiempo presente que han demostrado tener posibilidades para llegar tan alto. La ascensión al Everest de la fiesta es difícil y Juan Cuéllar, que ya lleva más de medio camino recorrido, ayer dio otro saltito que lo acerca a la cumbre.Un saltito sólo, pues los novillos y las exigencias de la afición no le permitieron correr demasiado. Los novillos presentaban dificultades. La afición las presentaba mayores -en otro sentido, naturalmente-, pues no es lo mismo hacerse de miel con un principiante cuyo buen toreo sorprende, que enjuiciar a quien ya lleva media docena de tardes toreando en Las Ventas, como es el caso de Juan Cuéllar. De manera que protestó una oreja generosamente concedida por el presidente y empleó rigores de magistrado del supremo para sentenciar al escalador.

Santa María / Norte, Cuéllar

Novillos de Santa María, con trapío, mansurrones. Julio Norte: pinchazo bajísimo, tres pinchazos más y descabello (silencio); cuatro pinchazos y descabello (silencio); cuatro pinchazos, otro hondo, rueda de peones y dos descabellos (silencio). Juan Cuéllar: pinchazo y media ladeada saliendo volteado (oreja protestada); pinchazo y estocada corta contraria (insistente petición, ovación y salida al tercio); pinchazo hondo bajo y estocada caída (aplausos). Plaza de Las Ventas, 4 de octubre.

Sentencias aparte, Juan Cuéllar construyó las faenas con sentido dominador, acoplándolas a las complicadas condiciones de los novillos. Enceló la incierta embestida de su primero y templó admirablemente su cortísimo recorrido, sobre todo al natural, suerte que interpreta con hondura. Los naturales fueron, asimismo, lo mejor de su segunda faena, y pareció un error que abandonara su ejecución, para suplirla por un variado repertorio de pases, que si reafirmaba su condición de torero completo, alteró la unidad del trasteo.

El sexto tenía trapío, fuerza y casta; un toro con el que la afición hubiera preferido ver a diestros encumbrados, antes que a novilleros en plena escalada. Cuatro puyazos le pegaron a ese toro y aún faltó el quinto. Cuéllar se fajó bravamente con el regalito, no le perdió la cara y cuajó algunos redondos de largo recorrido. El toro violento pudo quitarle la cabeza y no le quitó ni el sitio. Sigue adelante Cuéllar, después de la prueba.

En la escalada está también Julio Norte, sin remontar, aún, las suaves laderas. La afición madrileña sabe del gusto con que torea novillos nobles y ayer dio Norte una muestra más de su fino estilo cuando tuvo embestidas boyantes. Fueron pocas. El primero se le caía a cada paso, el tercero era tardo, el quinto se paraba a media arrancada. Con la espada estuvo fatal Julio Norte y el público le increpó por el truco de cubrir el expediente con leves pinchacitos, para recurrir al descabello y cazar a los novillos en la sórdida suerte del matarife.

El público, que en la anterior actuación de estos novilleros salió de Las Ventas toreando, ayer salía discutiendo. Doctores en tauromaquia tienen aquí dos incógnitas a resolver: ¿Llegará Norte a la ladera pina por donde ya se encarama Cuéllar? ¿Logrará Cuéllar superar las agrestes escarpaduras que le faltan para alcanzar la cima? De eso se hablaba ayer y nadie ofrecía una solución convincente. Tampoco don Mariano, que vio toledana la nochecita y se marchó apresuradamente a casa, sin torear y sin decir ni mu.

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