La reaparición del 'gran titiritero'
Licio Gelli, el jefe de la logia P-2, puede desvelar en su cárcel suiza muchas de las conspiraciones italianas de los últimos años
Licio Gelli, maestro venerable de la clandestina logia masónica Propaganda Dos (P-2), en torno al que parecen girar los escándalos y sucesos que han conmocionado la vida política de Italia a partir de los años setenta, se entregó esta semana en Ginebra al juez. Cuatro años, un mes y 10 días han transcurrido desde su rocambolesca fuga de la prisión de máxima seguridad suiza de Champ Dollon tras sobornar a un carcelero y escapar en helicóptero con destino a la Costa Azul, donde acabó desapareciendo sin dejar pista alguna.
El retorno del gran titiritero, que manejaba los hilos de los que pendían jefes de servicios secretos, altos mandos militares, políticos, magistrados e incluso terroristas negros y rojos, ha sido acogido con escepticismo por algunos -temen que se trate de una nueva cortina de humo o de una maniobra de diversión del maestro venerable- y con recelo por parte de muchos notables de la escena política italiana, temerosos de lo que pueda confesar a los jueces. Si es que vive para contarlo.Gelli, de 68 años de edad y gravemente enfermo del corazón, llegó pálido y con dificultad para caminar al despacho del juez Jean Pierre Tremblay, acompañado por dos abogados italianos y otros dos suizos. El magistrado ordenó inmediatamente su detención preventiva y el retorno a la cárcel de Champ Dollon, cerca de Ginebra, ya que el maestro venerable de la P-2 debe responder en Suiza de los cargos de corrupción de funcionario, falsificación de documentos y conspiración para huir de la cárcel. Sólo después podrá ser entregado a las autoridades judiciales italianas; como pronto, en la próxima Navidad.
Pero, por el momento, su delicado estado de salud ha requerido su internamiento en un hospital y una operación a corazón abierto. Lo cual alimenta las premoniciones de quienes piensan que sabe demasiado y adivinan que va a seguir el camino de quienes fueran sus amigos y colaboradores: los banqueros Roberto Calvi y Michele Sindona, ambos también figuras claves en el mundo de los escándalos político-financieros que sacuden Italia, y que terminaron llevándose sus secretos a la tumba.
Calvi apareció ahorcado bajo un puente londinense en junio de 1982 y Sindona murió envenenado en la cárcel de Voghera, en el norte de Italia. En los dos casos, la investigación oficial habló de suicidio, pero en Italia ya hay una expresión para designar casos parecidos: fueron suicidados.
¿Por qué se ha entregado Gelli ahora y en Suiza? Durante el pasado año, el maestro venerable de la P-2 había hecho llegar a los jueces italianos que quería negociar su entrega, sin conseguir nada. Mejor suerte ha habido con el juez suizo Trembley, a quien le fue anunciada la entrega de Gelli con 15 días de antelación, aunque a última hora hubo un inesperado retraso en su consumación.
Acusaciones en Italia
En Italia han saltado ya las primeras acusaciones relativas a una presunta negociación: un diputado de la izquierda italiana ha declarado que ahora entendía el empeño de Amintore Fanfani en ocupar el cargo de ministro del Interior en el último reajuste gubernamental: "Para poder gestionar el retorno de Gelli".Según los propios abogados de Gelli, el maestro venerable estaba cansado de huir y quería responder ante los jueces "de toda la sarta de falsas acusaciones" vertidas contra él. La elección de Suiza tiene su lógica: en pocos lugares puede sentirse más seguro y a cubierto de eventuales riesgos que en este país, en el que además tiene depositados a su nombre decenas de millones de dólares procedentes del Banco Ambrosiano.
Contra Gelli, las autoridades judiciales italianas habían lanzado una orden internacional de captura que permitió su detención en Ginebra en septiembre de 1982, en base a un rosario de más de una docena de presuntos delitos. Estos iban desde fraude y quiebra fraudulenta hasta asociación subversiva para destruir el Estado democrático italiano y banda armada, conectado este último con el atentado perpetradó en agosto de 1980 contra la estación de Bolonia, que costó la vida a 85 personas.
Y está por esclarecer su actuación durante el secuestro y asesinato de Aldo Moro en 1979. En las reuniones de los mandos policiales y de los servicios secretos que investigaban el asunto estaba presente Gelli, y hay quien llega a mantener que manipuló a las Brigadas Rojas para lograr la eliminación del líder político democristiano.
¿Cómo ha llegado este hombre a levantar ese Estado dentro del Estado que llegó a ser la logia clandestina Propaganda Dos al mismo tiempo que sus tentáculos rozaban al Vaticano?
El informe elaborado por la comisión parlamentaria que investigó las actividades de la P-2, presidida por la democristiana Tina Anselmi, señala que al final de la II Guerra Mundial, y con el fin de conseguir pasaporte, Gelli se afilia primero a la Democracia Cristiana, luego al Partido Monárquico y al Movimiento Social Italiano. Al mismo tiempo pasa a colaborar con el servicio de contraespionaje militar de Estados Unidos.
El referido informe señala que el maestro venerable buscaba poner el pie en el máximo número posible de sitios hasta que la situación se aclarase y pudiese optar por el vencedor de turno.
Empezó a vincularse a medios de la masonería italiana a partir de 1960, aunque no entra en el Gran Oriente hasta 1965, tras haber encontrado fuertes resistencias que demoraron su aceptación durante un año. Poco a poco inició una irresistible escalada dentro de la organización masónica. En 1971 es nombrado secretario de organización de la logia Propaganda, que a partir de entonces pasa a denominarse Agrupamiento Gelli P-2. Con una sutil combinación de promesas y amenazas empieza a entretejer una red en la que incorpora a los más ilustres representantes de los poderes fácticos italianos.
Poder en la sombra
Su creciente poder y sus vínculos con el terrorismo negro, que intensifica sus operaciones a partir de 1974, le acarrea la enemiga de los sectores democráticos del Gran Oriente. En 1976 son suspendidos los estatutos de su logia y, cautelarmente, Gelli es separado del Gran Oriente por tres años.Con esta medida, la organización masónica, oficialmente, se lava la cara ante las operaciones de Gelli, y éste, al mismo tiempo, se rodea de una cortina de silencio que cubre su actividad. Ya por esa época ha logrado crear una cúpula de poder paralela en el mismo seno de los servicios secretos italianos que le permite manipular las investigaciones sobre el terrorismo de extrema derecha, desviándolas hacia el extremo opuesto.
Conoció a papas y jefes de Estado. El descubrimiento en 1981 de la lista con los nombres de los 953 afiliados a la P-2 suscitó tal escándalo que el Gobierno presidido por el democristiano Arnaldo Forlani, que contaba con algún piduista, tuvo que dimitir.
El líder del justicialismo argentino, Juan Domingo Perón, llegó a arrodillarse ante el maestro venerable, al que había sido presentado en Madrid en 1973 por José López Rega. Gelli recibió pasaporte diplomático argentino, que le vino bien para realizar negocios con el Este -con Rumanía principalmente-, y extendió sus redes por Uruguay, Brasil y Paraguay. Tras su huida de Suiza en 1983 pudo utilizar sus refugios latinoamericanos con total impunidad.
¿Es en realidad Gelli quien ha manejado, él solo, todas las tramas? La viuda de Roberto Calvi no termina de creerlo. En afirmaciones a la Prensa tras la reaparición del maestro venerable dijo: "Es el número cuatro de la pirámide". Al mismo tiempo, el informe de la comisión parlamentaria indica que si bien Gelli logró manipular a los servicios secretos, éstos hicieron lo propio con él.
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