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Entrevista:

Janos Berecz: "Pedimos comprensión a Europa para las reformas en Hungría"

Un firme candidato a la sucesión de Kadar reconoce que las últimas medidas provocan tensiones

Andrés Ortega

Las reformas económicas anunciadas por el Gobierno húngaro van a provocar problemas sociales, señala Janos Berecz, actual número tres de Hungría. Junto al primer ministro, Karoly Grosz, es uno de los principales candidatos para suceder al histórico líder húngaro Janos Kadar al frente del partido comunista de Hungría (POSH). Berecz, que está en Madrid en visita privada, espera comprensión por parte de Europa occidental ante las reformas. Cree que Mijail Gorbachov tiene que hacer frente a importantes resistencias para el cambio y considera que la división de Alemania es algo bueno.

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En junio pasado, Berecz, jefe de propaganda y secretario del comité central, ascendió junto a Grosz y se convirtió en miembro del buró político y tercer hombre del régimen.Pregunta. ¿Cómo vive usted personalmente la posible sucesión de Janos Kadar?

Berecz, bien vestido, elegante y algo tieso, se ríe.

Respuesta. Después de los cambios de junio se debatió si nombrar un vicesecretario general que pudiera ser el sucesor. Nosotros no tenemos sucesor. Cada cuestión hay que decidirla cuando se plantea o la biología misma nos lo plantea. Trabajamos juntos con Janos Kadar y no con un sucesor posible. El llamado sucesor no va a tener el mismo prestigio, pues esto no se puede heredar.

P. Al parecer, Kadar le dijo al rey Juan Carlos en Budapest el 7 de julio pasado que "no se puede contestar con respuestas viejas a preguntas nuevas". ¿Cuáles son esas nuevas preguntas?

R. Las preguntas nuevas en parte son antiguas y en parte nuevas. Las antiguas son los problemas de nuestra vida económica y un atraso en cuanto a la productividad. Son antiguas porque no hemos podido responder a las exigencias de la vida económica actual. Hemos querido tener mucho tacto tanto con los consumidores como con los productores. Pero hemos tenido ahora que dar unas respuestas mucho más que severas que antes. Un aspecto que yo subrayaría es que el cambio de la estructura de producción significa suprimir algunos sectores. Eso implica que una masa considerable de trabajadores debe buscar otra especialización, otro tipo de trabajo. También debemos ser más rigurosos en cuanto al consumo, pues no se puede aguantar más que el consumo sea superior a lo que se produce en el país. Vamos, pues, a un nuevo sistema de impuestos, por una parte el IVA, y el impuesto sobre la renta personal. En cuanto a la política social, no podemos partir de las exigencias, sitio que debemos considerar las capas sociales más necesitadas. Asimismo debemos desarrollar nuestras instituciones, y ésta va a ser una respuesta completamente nueva. El partido debe trabajar de otra manera. El Gobierno debe tener una gran capacidad de acción, y el Parlamento se ha convertido en un foro político que debemos fortalecer. Hay cierta ebullición en el país.

P. ¿Qué significa esto en un régimen que se llama comunista, la potenciación del Gobierno frente al partido?

R. Este Gobierno tiene nuevo peso no frente al Partido, sino que ha probado que puede presentar una cara nueva. El Gobierno aprobó a principios de julio un programa de desarrollo y los rasgos generales del sistema de impuestos. Ha sido el propio Gobierno el que ha elaborado su programa de acción y lo ha presentado al Parlamento. Nosotros apoyamos completamente esta nueva cara del Gobierno. Antes de que nosotros dijéramos nada, ya existía esta división del trabajo entre el Gobierno y el partido.

La introducción del IVA

P. ¿Significa la introducción del IVA y del impuesto sobre la renta un acercamiento a las políticas económicas que se practican, por ejemplo, en Occidente o en Europa occidental?R. Hay muchos rasgos que indiscutiblemente, por ser instrumentos económicos, se parecen. En primer lugar, la medición del rendimiento, al acercar más los precios a la realidad. Hace 20 años que venimos diciéndolo, pero no lo hemos hecho. Se da un mayor espacio a la iniciativa personal y se quiere movilizar los ahorros de la población para la población. Los obreros pueden comprar acciones y, como junta de empresa, decidir no sólo desde fuera, sino sabiendo que se trata de su propio dinero. En eso hay muchas similitudes. Pero constantemente consideramos el interés de toda la sociedad.

P. ¿Esperan ustedes que estas reformas económicas provoquen muchos problemas y tensiones sociales?

R. Ya tenemos problemas sociales, pues ya ha comenzado el proceso de mandar a otros puestos de trabajo a algunos obreros. De la siderurgia, 5.000 trabajadores han de cambiar de trabajo, y entre ellos algunos representan la cuarta generación en la misma empresa. Y eso genera tensiones. Hay muchas tensiones en la capa de los pensionistas, pues si el año próximo los precios suben en un 14% o 15% y se compensa sólo la pensión 1 que reciben los jubilados de más de 70 años va a ser más difícil la situación de centenares de personas. Esta diferencia no la podemos del todo compensar en el caso de los niños. Se dan algunas desgravaciones de impuestos sólo si la familia tiene tres o más hijos. Y todo esto va a generar tensiones sociales con las que tenemos que contar. Nos va a dar dolores de cabeza.

P. Grosz anunció hace unos días la apertura de un diálogo con los disidentes. ¿Qué objetivo tiene?

R. Él hace una distinción muy precisa. Le hicieron una pregunta sobre si las dos partes se van a sentar a conversar. Contestó que se trata de una sola parte. Al otro lado hay dos posiciones. Algunos son antisocialistas y quieren que se produzca un cambio de régimen. Con ellos no hay de que hablar. Si no violan nuestras leyes somos tolerantes con ellos. Pero si las violan, chocamos. Pero en una sociedad no puede pensar de la misma manera todo el mundo.

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