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Colombia y Venezuela pugnan por un golfo

El litigio fronterizo sobre una zona petrolífera mantiene parcialmente cerrada la frontera

Tras 20 años de disputa entre Colombia y Venezuela por un pedazo de mar en el golfo de Venezuela, la tensión ha vuelto a crecer con el polémico encuentro, a comienzos de agosto, de patrulleras venezolanas con una fragata de la Armada colombiana en las aguas en litigio, que tornó la situación en explosiva. La frontera se cerró temporalmente, y aunque nadie cree que el desenlace pueda ser un conflicto bélico, hay mucho movimiento de tropas a uno y otro lado.

Las poblaciones de las zonas fronterizas, especialmente las colombianas que viven del comercio que facilita una moneda venezolana más fuerte, son las más perjudicadas por la decisión de cierre de los puestos de paso entre los dos Estados, la mayoría de los cuales no han vuelto a reabrirse. Cientos de colombianos, del mas de medio millón que trabajan como indocumentados en las fincas del vecino país, son también deportados diariamente.La Prensa se ha hecho eco de la gravedad de este nuevo capítulo de la ya larga historia y se ha dedicado a medir el poderío militar de cada país. A su vez, el Congreso colombiano estudia un proyecto de ley para crear un impuesto tendente a generar recursos para la compra de equipo bélico.

Solución sencilla

Sobre el mapa y aplicando fórmulas aceptadas a nivel mundial, la solución es sencilla. Basta con medir y dividir las aguas. Sin embargo, al diferendo fronterizo han venido a sumarse importantes intereses políticos y económicos que han llevado la negociación a un callejón que hoy parece no tener salida.La petrolización del conflicto es uno de estos factores. No se trata simplemente de perder o ganar una porción de mar, sino de perder o ganar la riqueza petrolera que supuestamente existe allí y que los expertos cifran en una reserva de 10.000 millones de barriles.

El otro factor que ha complicado las negociaciones es el político, del que el ex canciller colombiano Carlos Lemos Simons, actualmente embajador de Colombia ante la OEA, diría hace unos meses: "El diferendo se politizó sobre todo en Venezuela. Allí se convirtió en tema de campaña electoral. Cada vez que un Gobierno trata de llegar a un acuerdo con Colombia, inmediatamente el partido contrario le acusa de estar cediendo ante nuestro país".

Lemos Simons participó en 1980 en las negociaciones que dieron como resultado la Hipótesis de Caravalleda. En esta oportunidad Colombia cedía el 50% de sus intereses para llegar a una solución definitiva. Cuando todo parecía que iba por buen camino, el Gobierno venezolano decidió llevar el acuerdo a consulta popular: el pueblo dijo no.

Internacionalización

Los analistas califican de auténtica jugada política la actuación del presidente colombiano, Virgilio Barco, que ante la inflexibilidad de Caracas optó por internacionalizar el conflicto, mediante su presentación ante la Organización de Estados Americanos (OEA), en donde ha logrado apoyo de muchos países para la pretensión colombiana de llevar el diferendo a un tribunal internacional o buscar un arbitraje.Sin embargo, a pesar de haberse planteado la intervención del Papa o de los Reyes de España, Venezuela se mantiene en su postura de que lo único válido es la negociación directa, pues, según explican, se trata de definir asuntos de interés vital para su país. A la propuesta colombiana de buscar la mediación papal, el canciller venezolano contestó: "Creo que Su Santidad tiene demasiado trabajo para salvar nuestras almas. El Golfo tenemos que salvarlo nosotros".

En las negociaciones directas, Colombia ha mantenido como máxima aspiración la llamada línea media. Venezuela, por su parte, llegó a plantear la tesis de las costas secas que convertirían al Golfo en un lago interior venezolano.

Según los analistas, la política interna ha jugado un importante papel en este nuevo episodio del diferendo. Desde la óptica colombiana, los mensajes y discursos del presidente venezolano, Jaime Lusinchi, han sido francamente inamistosos y hasta agresivos. Lusinchi acusó a Colombia de provocación y de invadir aguas territoriales de su país. Esta dura actitud obedece, dicen los analistas, a la cercanía de las elecciones en Venezuela y a la desventaja en que se encuentra el actual partido en el Gobierno, Acción Democrática, que se enfrentará dividida al partido de oposición, COPEI.

Conciencia popular

Entretanto, Venezuela continúa con la campaña que trata de crear la conciencia popular de que todo el Golfo es venezolano. En Colombia, por su parte, la campaña busca recuperar el verdadero nombre indígena del Golfo, Coquibacoa. Además, al conocerse las cifras que ubican a Colombia como país pobre en materia de armas frente a Venezuela, se creó toda una conciencia proarmamentista. Así, el dirigente liberal Luis Carlos Galán aseguraba días atrás que "Colombia debe armarse para que no pueda ser agredida".La zona en disputa es un pequeño triángulo en la parte noroccidental del Golfo, sobre la que Caracas propuso a Bogotá, por primera vez en 1957, definir sus derechos. A esto se suma una inexplicable nota de la cancillería colombiana, emitida cinco años antes, en la que se regalaban a la vecina Venezuela los islotes de Los Monjes, ubicados en la boca del Golfo. Pero el pleito limítrofe se puede remontar a varias décadas antes, con la disputa por la punta de la península de Guajira, que forma el borde occidental del Golfo. La frontera en Guajira no figuraba marcada en el momento de la independencia de Colombia y sólo se definió en 1941, quedando Venezuela con una estrecha franja de la península.

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