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III FESTIVAL DE MÚSICA CONTEMPORÁNEA DE ALICANTE

La interpretación necesaria

La presencia en Alicante de la London Sinfonietta con Diego Mason al frente ha constituido un capítulo importante del III Festival de Música Contemporánea. No hay difusión, en el más exigente sentido del término, sin versiones ejemplares y la creación actual sufre con frecuencia las limitaciones de ejecuciones tocadas por la prisa, el fingido entusiasmo o el no fingido desvío.

Diego Mason (1935) salió a la luz como director junto a Pierre Boulez cuando la ya histórica empresa del Domaine musical. En 1966, Mason creó su grupo Musique Vivante; con él y como invitado de otras muchas formaciones no ha cesado de divulgar la música contemporánea en su auténtica realidad y desde la necesaria perfección. La sirven con holgura los excelentes profesores de la London Sinfonietta, otra de las claves musicales de nuestro tiempo.

Dos estrenos absolutos de autores españoles han ofrecido los músicos visitantes a lo largo de sus actuaciones alicantinas: Mormori (Murmullos), del madrileño Miguel Ángel Martín Lladó, y el Sexteto del granadino José García Román, premio Alcoy 1986.

Pertenecientes a la misma generación, Martín Lladó y García Román muestran en sus obras respectivas una gran diversidad de concepción formal, de lenguaje y de ideal sonoro. Martín Lladó, autor por otra parte verdaderamente pluriestilista, refleja en sus Mormori algo así como una música soñada en la que la sonoridad por sí misma se instituye en razón de ser.

Amargura lírica

García Román habla siempre desde una raíz amargamente lírica en la que el componente dramático no está ausente ni siquiera cuando se trata de una obra objetiva como es el Sexteto de estío. Aquí el compositor granadino parte de una supervaloración de la indivudalidad instrumental que expone en una serie de secuencias continuas y, a la vez, muy personalizadas, para confluir luego en secciones de conjunto bien contrastadas y, en ocasiones, seguidoras del estilo contrapuntístico. El público, que llena diariamente las salas alicantinas, dedicó a los autores e intérpretes entusiastas ovaciones.El resto del programa estaba dedicado a Roberto Gerhard, el gran compositor de pluralidades que nos repartimos entre Reino Unido y España. Discípulo, sucesivamente, de Pedrell, Granados y Schönberg; catalán de Tarragona, cuya tierra amaba apasionadamente, con ascendencia suiza y posterior residencia y nacionalidad británicas, en Gerhard conviven a veces hasta tres autores distintos. No sucede así en las obras escuchadas ahora: Concierto para ocho (1962), Libra (1968) y Leo (1969), particularmente en las páginas zodiacales que son el testamento musical del compositor pues murió en 1970. De ahí la voluntad de claridad, la normalidad del lenguaje y la no renuncia a la belleza sonora dentro de una intensa precisión de formas. Las versiones dadas por Mason y los músicos londinenses de las tres obras constituyeron una auténtica e inolvidable lección.

El mismo día 17, el violinista madrileño Francisco Martín y la pianista xijonenca Elisa Ibañez nos recordaron la Sonata opus 9 de Oscar Esplá, una de las bases primeras del prestigio que rodeó al compositor alicantino. Se trata, como es sabido, de una obra largamente trabajada aunque no se estrenara sino en 1915.

Tremendamente difícil tanto Elisa Ibañez, pianista de gran poderío sonoro, como el violinista Francisco Martín, ofrecieron la Sonata a partir de dos datos importantes: seguridad de ejecución y veracidad de concepto. Los aplausos al dúo y en homenaje a Oscar Esplá tuvieron dimensiones excepcionales.

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