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El Papa habla del hambre en Estados Unidos a miles de jornaleros de Monterrey

Francesc Valls

Juan Pablo II se refirió ayer al hambre que sufren en el país de la abundancia los más pobres de Estados Unidos. La ocasión no podía ser más propicia: miles de jornaleros de la zona de Monterrey esperaban este mensaje del Papa, que continuó ayer su séptima jornada de su segundo periplo norteamericano. En su visita a la ciudad californiana de Carmel, donde fue recibido por el alcalde, el actor Clint Eastwood, hubo también un recuerdo para el franciscano mallorquín fray Junípero Serra. En la madrugada de hoy (hora peninsular), el Papa tenía previsto llegar a San Francisco, donde tendrá un encuentro y unas especiales palabras para los enfermos de SIDA.

"Se oye la voz de los pobres que están perplejos en la tierra de la abundancia y continúan experimentando los dolores del hambre", dijo Juan Pablo II ante miles, de personas, en su mayoría jornaleros hispanos, que llenaban el anfiteatro natural de Laguna Seca, en la California septentrional. El Papa les recordó el derecho de sindicación y volvió nuevamente a apoyar a quienes luchan para que su situación se convierta en legal, tal como ya había manifestado en San Antonio y Los Ángeles y que ha originado cierta polémica con el Departamento de Inmigración.Las palabras del Papa ante los trabajadores del campo fueron mesuradas. Su intervención ya había sido motivo de polémica entre los terratenientes de la zona y la Iglesia católica. Los grandes propietarios agrícolas amenazaron antes del viaje papal con no asistir a la misa si en la homilía el Papa se refería únicamente al tema de los jornaleros, un sector de los cuales -dirigidos por el líder chicano César Chávez- se encuentran en huelga por los bajos salarios que perciben en la recolección de las uvas de mesa.

El tema de la agricultura

Por ello, en la homolía se abordó genéricamente el tema de la agricultura, aunque en ella se hiciera referencia al problema de los pobres, siempre dentro de la línea papal de acción preferencial, aunque no excluyente, por los más oprimidos. Los aplausos que el día anterior arrancó el Pontífice cuando se dirigía en español al público congregado en el estado de los Dodgers de Los Ángeles se repitieron nuevamente ayer con la referencia de apoyo a quienes luchan para que los inmigrantes hispanos lleguen a ser, dentro de la ley, ciudadanos de Estados Unidos, sin ningún tipo de descriminación.En Carmel, la intervención papal tuvo otro tono al tratar de la figura de fray Junípero Serra, un franciscano mallorquín que debía ser beatificado con motivo del viaje del Pontífice. La beatificación se pospuso, según algunas fuentes, porque algunos sectores de las tribus indias, descendientes de aquellos a quien el fraile español evangelizó, mostraron su protesta ante este hecho. Sin embargo, se espera que el Vaticano -que oficialmente adujo razones de falta de tiempo- le conceda al franciscano el primer peldaño hacia la santidad dentro de unos meses en Roma.

La visita papal continúa todavía con el eco del encuentro que Juan Pablo II mantuvo a puerta cerrada con los obispos norteamericanos, celebrado el mismo día en que por la tarde visitó junto a Nancy Reagan un colegio de Los Ángeles. La esposa del presidente de EE UU calificó al Pontífice de "hombre que tiene grandes y serias cosas en su mente".

En la madrugada, de hoy (hora española), el Papa afronta una de sus etapas más polémicas en San Francisco, ciudad pobalada por unos 200.000 homosexuales, (la mayor comunidad de Estados Unidos). Juan Pablo II tendrá palabras para los enfermos de SIDA ante quienes recordará la parábola del hijo pródigo. En San Francisco, donde se ha registrado un gran despliegue policial, se esperan manifestaciones de protesta protagonizadas por la comuniad gay, cuya actividad sexual condena la Iglesia.

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