Preciosos novillos portugueses
Nada más aparecer los novillos portugueses por el chiquero, a la afición le entraba mal de amores. La afición madrileña tiene su corazoncito y cuando sale ganado así de astifino, así de guapo, así de precioso, como el de ayer, es que se enamora. Enamoriscada bullía la afición, entre los calores espesos de la tarde, y la encastada boyantía de los novillos, que se podía comprobar poco después del primer golpe de vista, aceleraba sus corazones.Novillos con trapío; novillos con el número cuatro en el brazuelo, igualito que los de la cósmica corrida rondeña del sábado, tan aireada, con la diferencia nada baladí de que los portugueses tenían fuerza. El segundo derribó dos veces, el quinto también tiró al caballo, y si no llega a ser porque la acorazada de picar les metía bruto fierro perforador de entrañas indiscriminadamente por los espinazos traseros, habrían menudeado los batacazos.
Branco/Soro II, Ortega, Formidable
Novillos de Branco Nuncio, con trapío, astifinos, encastados y nobles. Soro II: pinchazo y estocada trasera baja (ovación y salida al tercio); pinchazo, estocada caída y dos descabellos (aplausos y sale al tercio). CeIso Ortega: estocada atravesada enhebrada, pinchazo bajo, otro hondo -aviso con retraso- y dos descabellos (silencio); pinchazo caído, estocada corta atravesada contraria y descabello (silencio). El Formidable: pinchazo y estocada corta delantera (aplausos); estocada contraria que asoma y cuatro descabellos (silencio).Plaza de las Ventas, 13 de septiembre.
Novillos de embestida pronta, de embestida fija y codiciosa, que no requería porfías tesoneras ni zapatillazos sonoros; embestida fija y codiciosa, idónea para torear y, además, torear bien. De eso también hubo en la calurosa tarde, y lo hizo Soro II, que en nada se parece a su hermano mayor Soro I. Soro II tuvo una colocación impecable en todos los tercios y ensayó un toreo de muleta serio, construido con inteligencia sobre los pilares fundamentales de la tauromaquia clásica.
En el terreno adecuado, a la distancia precisa, allí planteaba la faena Soro II, que templaba los pases y los ligaba sin perder terreno. Y tiraba de repertorio para engarzar con pinturería las distintas tandas. En ningún momento derivó al tremendismo, donde milita su hermano mayor, y pareció meritorio que reafirmara su personalidad sin admitir influencias de ningún tipo; menos esas, heterodoxas, facilonas, gratas a la galería.Con tal dignidad se presentó en Madrid Soro II.
No es un caso insólito. La novillería viene muy digna últimamente, con el toreo básico aprendido y generales conocimientos de su variedad. Así los otros espadas de la tema. Uno de ellos, El Formidable, que practica un muleteo muy relajado, muy auténtico, bajo el engaño, dejando llegar. Se le aprecian reminiscencias de Ruiz Miguel -en el circular, por ejemplo-, de Ojeda -en elparón para empalmar pases de pecho,-por ejemplo- y seguramente ganaría solidez su toreo si se las sacudiera, para ser él mismo. Toreó de esta guisa al tercero, lanceó bajas las manos al sexto, y en éste su faena ya no pudo tener fuste, pues se trataba un un inválido novillo; el único flojucho de la tarde.
Gusto y empaque poseyeron las intervenciones iniciales de Celso Ortega, otro novillero con la lección aprendida, pero se venía abajo a continuación, por reiterativo y por ahogar las embestidas. No: el toro necesita espacio para embestir; al toro, sobre todo al de casta, le molesta un tío ahí encima, atosigándole. Y por añadidura le olerá mal; que si las reses apestan a la civilizada pituitaria del hombre, el hombre, con sus civilizados pies, debe de apestar la rústica pituitaria de las reses. Los preciosos novillos portugueses, lámina proporcionada, cornamentas vueltas de buido pitón, seriedad y casta, amores imposibles de toda la afición que había en la plaza, demandaban espacio para ejercitar el toreo, arte y, si nos apuran, agüita de rosas.
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