Vía coreana a la democracia

LA OLA de huelgas que ha sacudido Corea del Sur en los dos últimos meses no ha impedido que hayan logrado un compromiso sobre la reforma constitucional los dos principales partidos: el gubernamental (Partido Democrático de la Justicia, PDJ) y el de la oposición (Partido de la Reunificación Democrática, PRD). Con ello, cabe prever que el referéndum constitucional tendrá lugar en octubre, y en diciembre, las elecciones para designar al nuevo presidente, que se hará cargo del poder en febrero, término del mandato del actual presidente Chun. Una Corea democratizada podría así acoger los Juegos Olímpicos el próximo verano. No obstante, quedan no pocas incógnitas en ese proceso de recuperación democrática.Las huelgas han sido la consecuencia lógica de los primeros pasos de liberalización. El movimiento obrero había estado sometido a una represión durísima, y durante años los estudiantes han sido la punta de lanza en la lucha por la libertad. Pero las huelgas han reflejado asimismo otro retraso histórico de la sociedad coreana. El impresionante progreso económico del país se logró reduciendo considerablemente la parte de la renta recibida por los trabajadores. El mismo Gobierno ha tenido que reconocer la razón que asiste a los obreros en sus demandas de aumentos salariales y mejora de las condiciones de trabajo.

En la actitud del Gobierno y de su partido se perfilan dos orientaciones bastante diferenciadas. Por un lado, la posición más moderna, preocupada por ganar la próxima confrontación electoral, que personifica el actual presidente del partido y candidato a la presidencia, Roh Tae Woo. Éste ha tomado una actitud favorable a los trabajadores, diciendo a las empresas que debían dar mayor participación a los obreros y atender sus demandas legítimas. Roh es el que tomó la iniciativa, en junio pasado, ante el auge de las protestas populares, de proponer un programa recogiendo las principales exigencias de la oposición. Quiere así hacer olvidar a los electores que él fue uno de los generales del golpe militar de 1979, que dio el poder al actual presidente Chun.

Persiste a la vez en el Gobierno la actitud represiva tradicional. Ante las manifestaciones provocadas por la muerte del obrero Lee Suk Kyu, la policía ha vuelto a utilizar métodos brutales. El miedo ante una creciente coordinación entre obreros y estudiantes ha llevado al Gobierno a operar detenciones de líderes universitarios, incluso de tendencia moderada. Es la peor forma de prepararse al próximo inicio de los cursos, con un movimiento estudiantil radicalizado por sus propios éxitos.

En este clima de tensiones y expectativas, el compromiso sobre la reforma de la Constitución demuestra una voluntad común de dejar expedito el camino de las urnas. La oposición ha hecho serias concesiones, en particular, la fijación en 20 años de la edad mínima para votar, lo que deja fuera a la gran masa de los estudiantes. Se confirma la victoria de la oposición en el punto decisivo de la elección del presidente por sufragio universal. Éste desempeñará un mandato único de cinco años. Otros puntos importantes son la supresión del derecho del presidente a disolver el Parlamento y la especificación de que los militares deberán mantenerse alejados de la política.

De cara a la futura elección, el partido gubernamental tiene una ventaja importante al tener a Roh Tae Woo como candidato único. En cambio, en las filas opositoras hay un peligro real de división. En el seno del PRD, el enfrentamiento entre los dos Kim se agudiza a medida que se acorta el plazo para designar al candidato. Kim Young Sam, como presidente del partido, está sostenido por el aparato. Kim Dae Jung se esfuerza por revitalizar su prestigio histórico viajando por el país. Con la creación de una federación de jóvenes demócratas, busca el apoyo de los sectores estudiantiles. Ello puede empujarle a posiciones más de izquierda, dentro de la vaguedad que caracteriza, al menos por ahora, el programa del partido.

En todo caso, las huelgas y manifestaciones han puesto de relieve que la vía hacia la democracia no depende solamente de cambios institucionales, por decisivos que éstos sean. Después de la larga etapa de Gobiernos militares, la sociedad coreana en su conjunto necesita los aires vivificadores de la libertad.