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Una "cadena de errores" de los cuerpos de seguridad permitió el zarandeo a Guerra en Galicia

Una "cadena de errores" de los cuerpos de seguridad permitió que el vehículo del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, fuera zarandeado y golpeado por un grupo de 400 trabajadores de la empresa gallega Sidegasa el pasado 17 de agosto en el aeropuerto coruñés de El Alvedro, según se desprende de los informes del Gobierno Civil de esta provincia y del Cuerpo Nacional de Policía. Fuentes del Ministerio del Interior reconocieron que "evidentemente existió un fallo al provocarse este lamentable incidente" y admiten que en breve serán sancionados los responsables.

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Los informes oficiales remitidos a los responsables del Ministerio del Interior afirman que el 13 de agosto se reunió la Junta de Seguridad, donde se decidió que la Guardia Civil se ocupara de la custodia del lugar de residencia del vicepresidente del Gobierno y de sus desplazamientos. Se decidió también que la Brigada de Información del actual Cuerpo Nacional de Policía debía investigar la posibilidad de atentados terroristas o acciones contra su seguridad.Los servicios de información de la Guardia Civil, en una primera instancia, debieron observar las protestas de la asamblea de la factoría Teixeiro-Curtis, adonde no acudieron representantes socialistas que habían prometido comparecer y la posterior e inmediata reacción de los trabajadores de trasladarse al aeropuerto para protestar ante el vicepresidente del Gobierno socialista.

Fuentes de la dirección de la Guardia Civil reconocen que el lugar de la asamblea es una población rural origen del conflicto pero argumentan que sus servicios de información en los pueblos no pueden controlar situaciones que se desarrollan espontáneamente.

Posteriormente, según se desprende de los informes, los responsables de la seguridad del aeropuerto y los policías desplazados al lugar cometieron nuevos errores al no informar y reaccionar inadecuadamente al observar la concentración de más de 400 trabajadores de la mencionada empresa.

Escasos efectivos

En esos momentos se encontraban en el aeropuerto miembros de la guardia civil encargados del resgurado fiscal (aduanas) y seguridad en las pistas del aeropuerto, al mando de un teniente, 6 policías nacionales al mando de un cabo y 3 miembros de los servicios de información del denominado Cuerpo Superior.

Su reacción no fue lo suficientemente efectiva, como reconocen los informes y las declaraciones de altos mandos de Interior. Posteriormente tampoco se corrigieron los errores con la llegada del teniente coronel de la Guardia Civil, responsable de esa comandancia, que se desplazó al aeropuerto para despedir protocolariamente al vicepresidente del Gobierno. El jefe Superior de policía no estaba presente.

La comitiva de Guerra, según los informes, llegó a desviar su itinerario de llegada al aeropuerto al informarse que existían problemas con algunos trabajadores de la empresa amenazada de cierre.

Poco antes de la llegada de la comitiva del vicepresidente, su escolta fue informada de la concentración de trabajadores por los servicios de seguridad del aeropuerto y su caravana intentó desviarse por otra puerta de acceso al mismo, pero ésta estaba cerrada y tras esperar algunos instantes allí, tuvieron que volver por el acceso regular, encontrándose al grupo de trabajadores concentrados.

Sin material antidisturbios

El gobernador civil de La Coruña, Andrés Moreno, -anteriormente ocupó ese cargo en Melilla- y el teniente coronel de la Guardia Civil, a su llegada al aeropuerto, avisaron inmediatamente al jefe Superior de Policía para que enviara efectivos al aereopuerto. Inmediatamente se desplazaron 34 policías uniformados sin material antidisturbios, según el informe del Gobierno Civil.

El gobernador civil, sumamente nervioso, según recoge alguno de los informes, ordenó la detención de los manifestantes. La Guardia Civil detuvo a uno de ellos, siendo puesto en libertad nada más ser identificado por los agentes y ante las protestas de sus compañeros.

Posteriormente, siempre según los informes, los trabajadores de Sidegasa burlaron la seguridad del aeropuerto y consiguieron entrar en las pistas, cuya custodia es responsabilidad de la Guardia Civil, y retrasar la salida del avión.

El vicepresidente del Gobierno, su mujer y su hijo, así como la comitiva que les acompañaba esperaban refugiados en el edificio de la torre de control mientras algunos de los trabajadores concentrados en las pistas estuvieron fumando cigarrillos junto al aparato, lleno de combustible, con el consiguiente peligro de explosión para los viajeros, el aparato y sus propias vidas.

Más; información en la página 33

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