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GENTE

Emilio Lorenzo,

un experimentado zapatero del municipio orensano de La Rúa, se muestra orgulloso de haber sido el inventor de la bota eléctrica, singular calzado ideado para trabajar en ambientes especialmente fríos. El diseño surgió a raíz del encargo que le hicieron unos industriales vascos propietarios de una nave frigorífica en la que mantener los pies calientes mientras se trabajaba era cosa difícil. Para resolver el problema, a Lorenzo se le ocurrió introducir en una suela de madera unas resistencias que, convenientemente aisladas, se conectaban a un transformador. Las botas, elaboradas totalmente a mano, se comercializan al precio de 20.000 pesetas, y hasta el momento ya ha confeccionado cuatro pares. En el pueblo, unos consideran que se volvió loco, en tanto que otros admiran su maestría.

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