Versos para el cante
Sobre textos de Antonio Gala y con la voz del recitador como conductora, el Testamento andaluz articula una serie de cantes y bailes flamencos que recoge un amplio abanico de los estilos jondos, con una especial atención a la taranta y otros géneros de la gama minerolevantina, lógica puesto que se trata de una creación en su totalidad linarense. No estamos ante un espectáculo teatral convencional, en el sentido de que no hay un montaje y una escenificación subsidiarios de un hecho dramático, inexistente; más bien es la ilustración mediante el cante, el toque y el baile de unos textos hermosos de un hombre que conoce y ama el arte flamenco como es Gala. El empeño ha sido realizado con sobria dignidad. Hay quizá excesivo recitado, que fragmenta en ocasiones el desarrollo normal de un cante; en este punto sería interesante un mayor esfuerzo de síntesis, que restara presencia a una carga literaria a mi juicio excesiva. Con ello el espectáculo ganaría en continuidad y fuerza expresiva.
23º Concurso Nacional de Tarantas
Testamento andaluz, espectáculo sobre textos de Antonio Gala; Marcos Leiba, Manolo González, Romeo Cortés y José Heredia, al cante; María Nieves Díaz, al baile; Juan Ballesteros, al toque, y recitados por Julio Gallego. Grupo Trovero de La Unión. Concierto de guitarra por José Antonio Rodríguez. Linares (Jaén), 19 de agosto.
Y valdría la pena, porque los elementos artísticos puestos acontribución del empeño merecen opinión. Hubo buen cante en general, a veces excelente, y siento no poder personalizar porque los cantaores permanecieron en todo momento juntos en el escenario y nunca antes los había oído.
Excelente fue, asimismo, el toque de acompañamiento del joven Ballesteros. La bailaora es discreta, aunque tiene a su favor una sobria elegancia.
La Unión, ciudad hermanada con Linares por aquello de su convergencia en la taranta, envió un grupo de troveros formado por el Taxista, el Patiñero, Conejo II y Repuntín, quienes hicieron ante el público una demostración de ese arte tan popular como el verso repentizado. Fueron acogidos con simpatía.
Por último, José Antonio Rodríguez ofreció un concierto de guitarra, con dos partes muy cualificadas. En la primera, él solo hizo tres toques hermosísimos -las alegrías de Córdoba, la taranta...- y de enorme dificultad, que sirvieron una vez más para darnos la medida de este gran artista cordobés, con un concepto clásico del flamenco y una capacidad creadora fértil e imaginativa.
En la segunda parte, haciéndose acompañar por otra guitarra y percusión, se fue a un género mucho más fácil y ligero -tanguillos, colombianas-, aunque agradable de oír.
Babelia
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