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Cambio de rumbo

Ayer fue día sabático para la feria malagueña en su faceta taurina. Grave error de los organizadores, pues el ambiente del planeta de los toros se va caldeando progresivamente, y este paréntesis sin justificación (parece que se sustituye la. corrida por un concurso de enganches) lo enfriará nuevamente. Muchos aficionados foráneos abandonaron la ciudad tras la corrida del domingo y es muy, posible que ya no vuelvan.La feria de este año se ha retrasado para hacerla coincidir con la conmemoración del V centenario de la incorporación de la ciudad a la corona de Castilla, pretexto que ha servido a las autoridades para buscar fórmulas que permitan considerarla en el futuro la feria española de agosto por antonomasia.

En coherencia con ese propósito, también los veterinarios y la autoridad gubernativa quieren poner en altas cotas el prestigio de la plaza de toros, que siempre ha tenido fama de ser muy benévola en cuanto a las exigencias de ganado y muy, generosa en la concesión de trofeos a los toreros. Y ese propósito, que es muy loable, debe de hacerse con prudencia.

Polémica decisión

Las dificultades han empezado a surgir en las dos primeras corridas respecto al, ganado. Sin duda alguna, la decisión más polémica al respecto fue el rechazo completo del encierro de Pablo Romero, alegando falta de trapío. Además de polémica, es casi insólita, por cuanto parece ser que, en la historia de esta ganadería, sólo en otra ocasión -en Valencia- se adoptó una resolución similar.

Es posible que esta nueva orientación que se quiere dar a la plaza de Málaga le haya cogido a la célebre ganadería a contrapié, pero cuesta trabajo creer que siete toros, ninguno de los cuales pesaba menos de 500 kilos, carecieran del trapío que en la plaza de Málaga se ha venido exigiendo hasta ahora.

Es verdad que el peso y el trapío son conceptos claramente diferenciados, pero no son antitéticos, y desde luego, entre uno y otro, existe alguna relación. También debe ponderarse el tipo de cada ganadería y es proverbial que los pablorromeros nunca han tenido mucha cara.

Un mayor rigor en cuanto a la concesión de trofeos nos parece medida saludable, porque siempre obligará a los diestros a esforzarse más, y, saldrá ganando el espectador.

Pero todo ello, con prudencia. Ni Zamora se tomó en una hora, ni la idiosincrasia del público se altera súbitamente. Ni tampoco se puede navegar en este tema a contracorriente. Así que bien está el cambio de rumbo, pero con prudencia.

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