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Frederic Forsyth sólo escribe por encargo

Estreno de la versión cinematográfica de 'El cuarto protocolo'

Frederic Forsyth se convirtió por accidente en uno de los escritores que más dinero gana relatando historias que se convierten en grandes éxitos de venta. Reportero inquieto y ávido de emociones, regresó de la guerra de Biafra "sin un duro" y se enfrascó en una novela para salir del paso. Casi sin darse cuenta, Chacal, el gélido asesino tras los pasos de De Gaulle, ha vendido 10 millones de ejemplares, le ha jubilado de patear conflictos internacionales y le ha convertido en un ser privilegiado que se ordena el tiempo a su antojo. Le da grima escribir y reconoce que sólo pone manos a la obra cuando los editores se ponen muy pesados. Su última novela, El cuarto protocolo, se ha convertido en película, que se estrenó el jueves en España.

Cuando decide escribir, Forsyth conecta la maquinaria: invoca la autodisciplina, para el mundo y empieza a mascullar el que luego, seguro, será un libro de oro. En Marbella, tierra que ama por su clima y por su cercanía a Londres, casi a tiro de boeing, busca paz y pesca.Ajeno al trasiego mundano, lleva casi cuatro meses sin escribir ni un folio ni rumiar con vehemencia ninguna historia por culpa de su hija Carola, que cuando terminó la película sobre El cuarto protocolo, que ahora se estrena en España, le dijo a su madre: "¿Mamá, vamos a poder ver a papá un poco?". El simpático requerimiento desembocó en unas largas vacaciones en las que anda algo frustrado porque un mar inquieto no le permite disfrutar de su pasión: la pesca.

Forsyth nació un año antes de la II Guerra Mundial en Ashford, un pueblo al sureste de Londres. "No tenía de pequeño ningún interés por escribir", y en la escuela se empecino con los idiomas: hoy habla con desparpajo, aparte de su lengua natal, francés, alemán, ruso y español. Muy joven logró ser corresponsal de la agencia Reuter y se zambulló en el ojo del huracán de Biafra, del Berlín de la guerra fría o del París de la OAS. Las novelas millonarias no llegaron hasta los 31 años: "Fue un accidente. volví de la guerra de Nigeria-Biafra en el invierno de 1968. No tenía ni dinero ni, trabajo y me pareció útil escribir una novela. Pensaba solamente ganar unos duros, no tenía esperanza de que fuera un gran éxito".

Inversión literaria

El manuscrito de Chacal, toda una inversión literaria, danzó durante un año sin que los editores adivinaran el filón, y al final "el número cinco lo adoptó, aunque él también pensaba en un éxito moderado". Lanzado sin publicidad, dos años después "era evidente que el libro había ganado mucho dinero y que yo no tenía necesidad de trabajar más como periodista".Tiene fama de ser un cuidadoso investigador del entorno de sus libros, aunque él considera que la verosimilitud de sus historias se debe más a que están fundadas en sus experiencias personales. Chacal nace de su época de reportero en París, donde conoce el transfondo de los atentados de la OAS contra De Gaulle. Odessa, de su paso por el Berlín del telón de acero; "Había visto los procesos contra los ex nazis, algunos bastante famosos, y cuando me pidieron una segunda novela pensé en la caza de un nazi".

Los perros de la guerra procede de sus "experiencias cubriendo la guerra de Biafra, donde encontré mercenarios, tipos extraordinarios, salvajes y guerreros". únicamente sus dos últimos libros, La alternativa del diablo y El cuarto protocolo, no devienen de su memoria profesional.

Aunque Chacal ya ha vendido "más de 10 millones de ejemplares", es con su última novela con la que ha ganado más dinero, porque "un libro vale ahora cuatro veces más que hace 15 años". Artístícamente, considera que las obras son como los hijos; es posible que el primero o el último sea el más querido, aunque la última novela es la que se tiene más cerca, y Chacal casi la he olvidado".

Adaptaciones

La fortuna y el éxito no han llegado a este nada vocacional escritor sólo por la letra impresa. Sus historias, con temas absorbentes y trepidantes, y una trama casi de thriller cinematográfico, propiciaron sus adaptaciones al celuloide.Se muestra satisfecho del resultado, pero ahora se ha lanzado a la aventura de coproducir su última novela, El cuarto protocolo, con Michael Caine, del que es amigo "desde los 11 años, cuando íbamos juntos a la escuela". El propio Caine y Pierce Brosnan son los protagonistas de una cinta en la que Forsythe, aparte de ser el guionista, prácticamente ha hecho de script, mojándose hasta les tuétanos en el proyecto.

Desde su casa marbellí le da vueltas a "una novela con tema americano" que no cuaja, mientras calibra la potencia de las corrientes marinas. Pero no se da prisa porque no le gusta escribir. Lo hace lo menos posible porque le cuesta: "No tengo compulsión ni gusto por la escritura. Mis editores me piden una novela cada año, pero no puedo y no tengo ganas tampoco. Hay escritores que no pueden parar de escribir, que no se sienten bien si no están con su máquina. Yo soy al contrario, tengo que disciplinarme mucho para empezar. Prefiero no escribir y, en todo caso, hacer un libro importante cada cuatro o cinco años".

Rememora sus tiempos de corresponsal con cariño pero no con nostalgia. La sensación que le produjo en el Berlín Este una radio adosada a la pared que informó del asesinato de Kennedy provocó la histeria de las mujeres en el restaurante y la preocupación en el mundo por una posible guerra si el asesino resultaba ser un comunista está impresa en su memoria.

Eran tiempos más intenso y ajetreados, "cuando tenía juventud, mucha energía, no tenía familia ni responsabilidades, ni tampoco dinero". Ahora las cosas han cambiado y este hombre, que reconoce ser uno de los escritores mejor pagados en el mundo, afirma que "la tranquilidad me parece muy agradable".

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