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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El salario del 'apartheid'

UNA NUEVA forma de lucha contra el apartheid está haciendo su prueba de fuego en Suráfrica con la decisión del mayor sindicato minero negro del país de comenzar, el domingo pasado, una huelga general en las explotaciones de oro y carbón, en defensa de unas reivindicaciones que, si son formalmente de carácter económico, en la práctica suponen un ataque frontal al Estado racista de Pretoria.De los algo más de 600.000 mineros de la Unión Suráfricana, únicamente son blancos los barrenadores -y esa especialización en el manejo de explosivos es significativa-; la inmensa mayoría es, por tanto, de color, no sólo del propio país sino también formada por inmigrantes de Mozambique y Botsuana, principalmente; al mismo tiempo, la National Union of Mineworkers (Sindicato Nacional de Mineros) cuenta con unos 300.000 afiliados, a los que en el caso presente hay que sumar otros 70.000 que, sin pertenecer al mismo, se han sumado a la protesta. Si vemos, por otra parte, que más de 40 minas de oro y carbón se hallan afectadas por la huelga, y que el 75% del valor de las exportaciones surafricanas se deriva de la minería del oro, se comprenderá hasta qué punto el paro, legal, puesto que ha sido convocado con todos los calendarios y requisitos del sistema, constituye un reto a la estructura económica del régimen.

Es cierto, sin embargo, que la naturaleza de la reclamación en su aspecto sólo laboral -un 30% de aumento contra un 23% que ofrece la Chamber of Mines-, y el hecho de que la mano de obra inmigrante esté muy ligada a la necesidad de remitir una parte de sus salarios a los países de origen para la supervivencia de sus familias, hacen que la protesta tenga pocas posibilidades de prolongarse. Con todo y ello, al tiempo que la gran mayoría de las fuerzas políticas de la oposición negra piden que Occidente someta a la Unión a un bloqueo económico creciente, es significativo que en el frente interior se adopte una iniciativa que supone un complemento obvio de ese boicoteo.

El orden y la disciplina con que se está realizando la huelga, con un número reducido de incidentes de gravedad, dan prueba de una madurez y de una toma de conciencia política de la mayoria negra, que ridiculiza la pretensión del Gobierno de Pieter Botha de negar la plenitud de sus derechos a lo que constituye más de las tres cuartas partes de la población.

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La Administración racista ha reaccionado ante el éxito de la protesta, siempre tarde y de manera insuficiente, al anunciar la derogación de las leyes discriminatorias para los mineros de color, según las cuales era imposible su movilidad y promoción en: el trabajo. El carácter incluso contraproducente de la medida, que pretende ser apaciguadora, es evidente si contemplamos la situación laboral de la mayoría negra del país; no es sólo en la mina donde está bloqueado el progreso del hombre de color, sino en todos los campos de su actividad; por ello, derogar una injusticia apenas sirve, al margen del alivio inmediato para los afectados, que para subrayar la extensa panoplia de injusticias permanentes.

De la misma forma que la segregación del apartheid no es desmontable por piezas como si fuera un mecano, sino simplemente abolible, la discriminación en la minería es sólo la parte de un sistema. únicamente la erradicación total del mismo, es decir, la democracia, es aceptable para el discriminado. Por eso luchan hoy los trabajadores negros. No todo es hoy una cuestión de salarios.

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