La posición del grupo árabe empieza a clarificar la inversión extranjera en los bancos españoles
El reconocimiento por parte del grupo KIO, a través de una sociedad española, del reforzamiento de su presencia en algunos de los grandes bancos españoles, representa un paso adelante en la clarificación de quiénes son los principales accionistas de estas instituciones, aspecto sobre el que pesaba una dura advertencia del gobernador del Banco de España en el sentido de que las autoridades económicas no verían "con buenos ojos tomas de posiciones de control en los grandes bancos sin su conocimiento".Hace unas semanas Mariano Rubio lanzó un aviso, calificado por todos los bancos nacionales como muy fuerte, a todos los grupos, bancarios y no bancarios extranjeros, para que no tomaran posiciones en las instituciones financieras a través de sociedades que no pudieran ser identificadas completamente. Se trataba, según esto, de clarificar quiénes y cuántos eran. La transformación de todos los paquetes dispersos que el grupo KIO tenía en el Banco Central y en el Vizcaya es el primer paso dado, a través de una sociedad española en la que detentan el control, para cumplir los requisitos dictados por la autoridad monetaria. Fuentes del sector declararon ayer que el Banco de España había sido informado puntualmente de la operación realizada en Barcelona.La baja posición de la bolsa española, en especial en algunos títulos, y la existencia de autocarteras en algunos bancos nacionales, permitieron que, a lo largo de 1986 y en lo que va transcurrido de este año, distintos inversores extranjeros hayan tomado posiciones, más o menos fuertes, en los principales bancos españoles. La entrada de capital extranjero en los bancos ha sido gene ral, aunque en algunos casos más pronunclada que en otros. El Banco Popular, con casi el 36% del capital en manos extranjeras, es en el que más han penetrado. le sigue el Vizcaya, con el 26%, y después se encuentran Central, Bilbao e Hispano, con unos por centajes cercanos al 17%. Banesto y Santander quedan muy lejos de esos porcentajes.
Problemas de control
En principio no preocupa a las autoridades económicas que inversores extranjeros adquieran acciones de los principales bancos nacionales. Lo que levanta alguna suspicacia es que se realice de forma encubierta y que se trate de operaciones que tengan como objetivo acabar controlando la gestión de dichas instituciones. Se quiere preservar el carácter nacional de los grandes bancos, especialmente de cara a la liberalización financiera de 1992.
El coste hipotético de adquisición de los grandes bancos nacionales es, en cualquier caso, relativamente pequeño, para los grandes inversores extranjeros que movilizan unas cantidades de recursos suficientes para, en operaciones más o menos encubiertas, poder pasar a controlar cualquiera de estos bancos. A finales del pasado año adquirir completamente el banco español más caro habría exigido desembolsos inferiores a los 4.000 millones de dólares. Por una cifra mucho más pequeña se habría podido comprar el 20% de cualquiera de ellos.
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