Cero, cero, cero
A lo largo de 25 años, desde El agente 007 contra el doctor No, James Bond, polizonte con licencia para matar a mayor gloria de su majestad británica, ha salido 15 veces a las pantallas a mostrar sus cachas y sus sofisticadas artimañas para eliminar hombres y seducir mujeres. Alta tensión es la última de estas salidas y ojalá que sea la última de verdad, pues el a veces entretenido recuerdo dejado por algunas de las primeras películas de la serie Bond, se ha ido deteriorando progresivamente con las finales, hasta llegar al tedio de ésta, que es literalmente intragable.La degradación del pequeño y equívoco mito creado por lan Fleming ha llegado a su peor momento, probablemente a la definitiva pérdida de la relativa buena calidad de los comienzos. El personaje Bond y los personajillos qué lo rodean ya están sobados hasta la saciedad, repiten con ligeras variantes el sabidísimo esquema de intriga y acción urdido por las primeras películas y la graciosa ironía cínica que caracterizó el arranque de 007 ha acabado convirtiéndose en una rutinaria colección de insustanciales soserías, casi todas, ellas con sabor a plagio, aunque no lo sean. Alta tesión lleva así a su punto más bajo esta inanidad del fondo de la popular serie.
007: alta tensión
Director: John Glen. Guión: Richard Maibauni y MIchael Wilson. Producción británica, 1987. Intérpretes: Tirnothy Dalton, Maryam D'Abo, Joe Don Baker. Estreno en Madrid: cines Gran Vía, Españoleto, La Vaguada, Conde Duque, Cristal, Minicines Majadahonda, Multicines Pozuelo.
El juego con el espectador que establece esta película -como las inmediatamente anteriores-es de una penosa elementalidad. Nada más que imágenes derivadas que sirven de referencia mnemotécnica, para que el espectador evoque otras que ya vio antes en la definición del personaje. Un personaje que se vacía en sus apariencias. Cuando ésta eran novedad, se agradecía. Ahora son nada más que aburridos refritos, la última falta de sustancia de una ubre ordeñada.
Babelia
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