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PRUEBA DE FUERZA EN ORMUZ

Soñando con Marbella

J.V., Marbella es el sueño de los dirigentes kuwaitíes que estos días tienen que permanecer en el emirato para ver cómo termina la primera experiencia de protección norteamericana a sus petroleros. En la localidad costera malagueña está ya la mitad de los grandes nombres del país, dirigido por 17 grandes familias, entre las que los Al Sabah son primus inter pares.

El Ministerio de Informacíón da una cena espléndida en un gran hotel a los 200 informadores llegados de todo el mundo. Los kuwaitíes van todos, sin excepción, con disdasha (túnica blanca) y gutra (pañuelo, también blanco, a la cabeza). Llevan mostachos, desgranan rosarios de ámbar y sus cuellos y muñecas soportan el peso de mucho oro.

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¿Es usted español?, bienvenido. En cuanto todo pase., yo me voy a mi casa de Marbella.. Mi familia ya está allí", dice al periodista un jeque de mucho peso. El jeque sonríe y no responde a la pregunta de si va a utilizar un avión privado o el vuelo regulax que durante el verano une Kuwait con Málaga.

Unos 11.000 kuwaitíes, informa la Embajada española, solicitaron y consiguieron el pasado año un visado para viajar a España. La cifra no es nada rriodesta si se tiene en cuenta que el. emirato cuenta sólo con 1,5 millones de habitantes, de los que más de la mitad son extranjeros.

No hay kuwaití pobre. "El 85% de nuestros hogares tierte equipo de vídeo", titula orgulloso en su primera página el Kuwait Times. Los trabajos mínirnamente pesados los realizan palestinos, libaneses, paquistaníes, indios, cingaleses o filipinos.

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"Nosotros no somos guerreros beduinos, por eso amamos la paz y nos asusta el horrible conflicto que libran nuestros vecinos iraníes e iraquíes", dice el jeque, que piensa viajar a Marbella. "Soinos un pueblo de mercaderes desde hace muchas generaciones", dice, y para probarlo se remite a esa embarcación de velas triangulares que simboliza al país en monedas y en un montén de monumentos públicos.

Los ataques a sus petroleros y los coches que de tanto en tanto explotan en sus calles no han afectado seriamente la vida cotidiana o la economía del emirato. Eso sí, han recordado la vulnerabilidad del país.

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