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Funcionarios bajo sospecha

Francisco G. Basterra

El proceso penal iniciado esta semana, por perjurio, contra Michael Deaver, íntimo amigo del Presidente y de Nancy Reagan y hombre fuerte de la Casa Blanca hasta hace dos años, es un ejemplo más de como una Administración que predica la moralidad pública está horada da por el escándalo. Más de 100 funcionarios han dejado el Gobierno bajo sospecha o no han sido confirmados por el Congreso.El propio ministro de Justicia, Edwin Meese, está siendo investigado por un fiscal especial por presunto tráfico de in fluencias, cuando trabajaba en la Casa Blanca, para que una empresa de Nueva York, Wedtech, consiguiera un contrato con el Pentágono. El mismo fiscal está investigando a Lyn Nofziger, ex asesor político del presidente, por idénticos motivos.

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Deaver se enfrenta a cinco acusaciones de haber mentido al Congreso y a un gran jurado y, si es declarado culpable, podría sufrir una sentencia máxima de 25 años de cárcel. El juez ha revelado que en su lista de 216 testigos se encuentran Ronald y Nancy Reagan, pero la Casa Blanca ya ha dicho que no espera que sean llamados a declarar. Sí pasarán, en cambio, por el tribunal los principales cargos de la Administración en un juicio paralelo a la fase final del Irangate. Durante el primer mandato de Reagan fue jefe adjunto del gabinete presidencial y el mago que vendió la imagen del gran comunicador.

Dejó la Casa Blanca y montó una lucrativa empresa de relaciones públicas. Al parecer, abusó y no tuvo en cuenta que la ley de Etica en el Gobierno impide a los funcionarios utilizar su conexión con sus antiguos jefes en el primer año después de dejar el puesto. Es sospechoso de usar su influencia en la Casa Blanca para conseguir un contrato con el Gobierno canadiense y para otros asuntos.

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