Las clases medias panameñas se levantan contra Noriega
Panamá fue escenario ayer de los disturbios más graves desde el golpe de Estado que llevó al poder en 1968 al general Omar Torrijes. Durante toda la tarde, la capital del país asistió a un verdadero levantamiento de las clases medias en demanda de la vuelta del Ejército a los cuarteles, el establecimiento de una auténtica democracia y la dimisión del hombre fuerte del país, el polémico general Manuel Antonio Noriega. Las fuerzas de defensa panameñas actuaron con prudencia en todo momento, y anoche, cuando los enfrentamientos no habían terminado aún, no se sabía de más de una decena de heridos por los perdigones disparados por los agentes de policía.
Si los hechos hay que interpretarlos en relación con la, historia de cada país, los panameños vivieron ayer una jornada dramática, casi una insubordinación, de la que, ciertamente, lo sectores populares estuvieron en su mayoría ausentes. Nunca este país había conocido las batallas de piedras y perdigones que ayer se reprodujeron insistentemente en el centro de la ciudad. Janilas las calles de esta capital habían soportado tal número de barricadas Incendiadas Y pocas veces el aire había estado tan cargado del ácido de Ios gases lacrimógenos.El Gobierno panameño había denunciado poco antes de 12 manifestación la existencia de un plan extremista destinado a sembrar la violencia en el país. Un comunicado de la presidencia emitido a primeras horas de la madrugada de ayer informaba de que habían sido descubiertos "grupos extremistas comprometidos en el movimiento sedicioso contra las autoridades constitucionales, que han preparado actos de violencia y atentados contra la población civil, con el fin de provocar un estado de anarquía que propicie las condiciones necesarias para la subversión y el derrocamiento de las instituciones democráticas". El presi dente recordó a la población que la manilbstació de ayer había sido prohibida y reiteró la decisión del Gobierno de hacer cumplir las leyes con todos los medios a su alcance.
Detenidos de postín
Tres horas después de iniciada la protesta todavía escuchaban intermitente mente los disparos de las fuerzas antidisturbios -los famosos doberman- contra los manifestantes, mientras que al cuartel general de los jefes de la operación policial iban llegando a empellones los detenidos, muchos de ellos miembros de la clase alta a los que hubo que atender de desmayos Uno de los heridos entregó a este enviado especial, para identificarse, una tarjeta de visita que lo acreditaba como director en Panamá de la compañía Siemmens.Otros manifestantes más jóvenes mantuvieron largos combates con los policías, a veces dialécticos, en los que el insulto que más abundaba contra los uniformados era el de "drogados", no se sabe si en alusión a las acusaciones que se hacen contra Noriega como involucrado en el tráfico de narcóticos.
El gran despliegue policial impidió que lo que estaba calculado como una marcha pudiera llegar a consumarse. Los partidos de la oposición de centroderecha y la cruzada cívica, convocantes de la manifestación, habían planeado que los participantes se concentrasen en 12 puntos distintos de la ciudad para marchar después hasta la iglesia del Carmen, en pleno centro. El Ejército, sin embaro, abortó estos planes intervinienclo directamente en los lugares de reunión y rodeando el centro de confluencia. Dos helicópteros con soldados que mostraban desafiantes su armamento, sobrevolaron la ciudad durante varias horas.
Al frente de la operación estuvo el temente coronel Eduardo Herrera, embajador de Panamá en israel, al que se obligó a interrumpir sus vacaciones para dirigir una de las misiones más difíciles a las que se han enfrentado en los últimos tiempos las fuerzas de defensa. Aunque Herrera dijo que habían sido desplegados unos 500 soldados -la policía forma parte del Ejército-, un recorrido por la ciudad hacía pensar que la cifra real debió ser muy superior.
Estos distrubios marcan el punto más alto de la crisis política iniciada en este país hace más de un mes y que tienen como objetivo esencial la destitución de Noriega. La convocatoria se mantuvo pese a que el presidente Eric Arturo Delvalle la había prohibido expresamente. Horas antes del inicio de los enfrentamiento s, la Iglesia había hecho una llamada a la calma y se había ofrecido a colocar observadores en las calles para evitar la actuación de grupos incontrolados que, hasta el momento de cerrar esta edición, no habían intervenido.
El presidente del partido democratacristiano, Ricardo Arias Calderón -el líder de la oposición, prescindiendo de la sombra mítica de Arnulfo Arias- ha anunciado que las manifestaciones y otros actos de protesta continuarán hoy y en los próximos días hasta conseguir forzar a las autoridades negociar un futuro Gobierno partir de la dimisión del general Noriega, quien, callado y prudente, observa cómo negocian con su piel.
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