Del secretario del Tesoro de 1985 al secretario de Estado de 1947
X. V.-F. Los desiguales resultados del Plan Baker, hecho público en la cumbre de Seúl de octubre de 1985 por el secretario del Tesoro norteamericano, el republicano James Baker, han provocado que muchos volvieran la vista atrás 40 años, hacia un ejemplo de cooperación económica forjado en 1947 por el secretario de Estado demócrata George Marshall, el famoso Plan Marshall.
El plan de Baker de 1985, retocado posteriormente pero siempre según la misma filosofía, arbitraba tres medidas: aumento de los préstamos del Banco Mundial a los países latinoamericanos, durante el trienio siguiente, en 9.000 millones de dólares; incremento de los créditos privados por 20.000 millones en igual período; adopción, por los países recipiendarios, de políticas de austeridad.
Frente a ese plan, el senador Bradley, experto en deuda, comercio internacional y reforma fiscal, propuso en julio de 1986 cuatro medidas: más crédito del Banco Mundial, al igual que en el Plan Baker; ninguna nueva solicitud de préstamos a la banca privada; rebaja de tres puntos en los tipos de interés, por tres años, y recorte o quita del 3% en el principal anual, durante igual periodo; así como medidas de fomento del crecimiento económico del Tercer Mundo.
La puesta en marcha del plan auspiciado por la Administración Reagan no ha resuelto los problemas. La banca privada se ha mostrado remisa a aumentar sus préstamos. Y las importaciones y el crecimiento económico de los deudores han disminuido. El tratamiento caso a caso apenas ha resuelto algún caso.
Frente a ello, el modelo de ayuda cuya filosofía algunos quieren recuperar de los libros de historia, es el del Plan Marshall de 1947, sobre todo en algunos aspectos: la cooperación regional (que daría lugar, después, a la OCDE, e influiría en la creación de la propia Comunidad Europea); la negativa al exclusivismo -"lo ofrecimos también a la parte oriental de Europa", como recordó en Berlín su diseñador, el anciano profesor George Kennan, planificador de Marshall-; y el protagonismo de los beneficianos en la fijación de objetivos y toma de compromisos.
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